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Bienvenido 2018


La mejor herramienta del feminismo es la palabra, por eso lo que está pasando hoy en el mundo, es el sueño de cualquier activista que defiende la igualdad de género.

Acabar con el machismo y con las estructuras sociales que permiten dinámicas desiguales entre hombres y mujeres, es algo que no se puede lograr a la fuerza, se requiere entre otras cosas de diálogo, debate, reflexión y hasta procesos de auto-conocimiento, porque el binarismo de género hace parte de los estandartes de la sociedad y cualquier intento de modificación genera resistencia.

En general, las feministas nos la pasamos predicando a diestra y siniestra, hacemos el trabajo de a poquitos, buscando explicarles a las personas de nuestro círculo, por qué muchas costumbres aparentemente inofensivas como la caballerosidad, son en realidad vestigios de un machismo feroz, o por qué la falta de representación femenina en las esferas de toma de decisión es un problema público. Pero nos suele pasar que cómo las desigualdades hoy en día son más sutiles que hace 50 años, y como el feminismo puede llegar a ser muy personal, a veces nos quedamos en temas específicos que no podemos generalizar o sentimos que no podemos representar a todo el universo de mujeres con nuestro discurso.

Por eso, lo que está pasando hoy es algo maravilloso, la efervescencia del feminismo en tantas esferas, públicas y privadas, nos abre una gran oportunidad como movimiento social. El 2018 empezó con los micrófonos abiertos para nosotras, las marchas de mujeres, los discursos en las ceremonias de los premios Emmy y Grammy y las redes sociales, han cumplido su papel como plataformas de comunicación masiva y contundente. Nos hemos hecho escuchar.

Además, las campañas y denuncias masivas nos permiten reunir evidencia de la dimensión de las problemáticas y eso fortalece nuestro discurso, pero además facilita las acciones colectivas y despierta el interés de las instituciones. Nunca las denuncias de acoso habían generado este nivel de respuesta. También, nos hemos visto en la necesidad de desmenuzar nuestros argumentos, de simplificar el lenguaje, de explicar que es lo que queremos y de abrir debates que tocan temas que hasta ahora no se habían discutido de forma tan amplia.

Eso sin mencionar el efecto tan extraordinario que tiene la nueva ola de sororidad entre miles de mujeres que deciden dejar ser rivales, para unirse en una misma lucha, si esto no es inspirador, de verdad no sé qué lo pueda ser.

De todo este revolcón espero que algo nos quede, como feministas disfrutémoslo, pero también pongamos atención para recoger la mayor cantidad de aprendizajes, sacar la mayor cantidad de lecciones para seguir promoviendo el cambio. Y a todos los demás, les propongo escuchar y participar, este es un tema de todos/as, se trata de revisar la forma en cómo nos relacionamos y cómo queremos vivir en esta sociedad.

¡Qué gran momento para ser mujer, para ser activista y para ser feminista!

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