Aunque a veces pase desapercibido, el derecho al voto para las mujeres vino junto con el derecho a ser elegidas para ocupar cargos públicos, pero como muchos otros derechos de las mujeres, es un hecho cierto en papel, que se frustra constantemente; no sólo no hemos visto mujeres en la presidencia y la vicepresidencia, sino que todavía sorprende ver mujeres en ciertos cargos, o si no, pregúntenle a Vivian Morales y Sandra Morelli.
Lo complejo de este derecho, además de la creencia subyacente de que las mujeres no estamos hechas para la política, es que su garantía depende de varios agentes, no es sólo una tarea las mujeres que buscan crecer en el sector público, sino de los partidos políticos, del Estado, de los hombres ocupando cargos públicos con la facultad de nombrar funcionarios, de los medios de comunicación y de la ciudadanía en general.
En el discurso, todos/as están comprometidos con la equidad de género y la igualdad en la representación política de las mujeres, pero en la práctica, si bien hay logros importantes, los resultados todavía no son suficientes. Puede que las listas de candidatos al congreso cumplan con la ley de cuotas, pero eso no está garantizando la representación femenina que en las pasadas elecciones apenas sobrepasó el 20%, y para estas elecciones, solo dos partidos tienen una mujer en la cabeza de la lista al Senado.
En 2015, la senadora Claudia López, junto con otras doce senadoras, presentó un proyecto de ley para alcanzar una igualdad real en la representación política de las mujeres, el proyecto fue archivado (¡qué sorpresa!), pero en el informe de ponencia, se menciona que parte del rezago histórico de la participación política de las mujeres, se debe entre otras cosas a la inequidad de cubrimiento por parte de los medios de comunicación a las campañas de las candidatas y a los estereotipos de género que reproducen los medios y que refuerzan una imagen de las mujeres ligada a su rol familiar, su aspecto físico o su vida privada. A propósito de esto, un medio publicó un artículo en días pasados, con un titular que rezaba “Las dos candidatas al Congreso que infartan con su belleza”, como si eso tuviera algo que ver con su candidatura.
Las inequidades estructurales son complejas y difíciles de abordar, sin embargo el llamado aquí es a contribuir desde nuestra posición como ciudadanos. El canal más directo con el que podemos modificar las dinámicas políticas, es el voto, usemos esa oportunidad de elegir para cambiar lo que no nos satisface. No voy a defender aquí que votemos por mujeres solo porque son mujeres, lo que pretendo es revisemos si nuestra decisión de voto está sesgada por esas ideas preconcebidas que nos hacen pensar de entrada que las mujeres son emocionales, débiles, menos inteligentes o que simplemente no tienen madera de líder.