En estos tiempos en los que los deseos de paz se ponen de manifiesto en todos los sentidos (a favor o en contra), surge en la mente de todos este interrogante: por qué somos un país en guerra?, por qué llevamos más de 60 años en un estado en el que a cada segundo nos hacemos daño unos a otros?
Matamos, robamos, atravesamos el auto, impedimos el paso, rompemos los vidrios, no pagamos los pasajes del servicio público, dejamos el baño sucio, nos colamos en la fila, no sedemos el puesto a las personas que lo necesitan (enfermos, viejos, embarazadas), somos vengativos, envidiosos, interesados, no solidarios, aprovechados, indolentes, intolerantes, en fin...
Convivencia ciudadana son dos palabras que últimamente se escuchan en boca de algunas personas que quieren llamar la atención sobre quizá la más significativa de nuestras fallas como colombianos: la falta de sensibilidad hacia nuestros semejantes. Somos uno, pensamos por uno, actuamos en función de cada uno, no tenemos que ver con los demás, ni los cercanos, ni aquellos con quien nos relacionamos y mucho menos con quienes no interactuamos, aun estando a nuestro alrededor. Pasamos por encima del que sea con tal de lograr lo que deseamos sin pensar en que con ello atropellamos e irrespetamos a nuestros compatriotas.
Construir una Colombia para todos, el país digno en el que esperamos vivir, tiene en cada uno de sus habitantes una nueva oportunidad, una vital responsabilidad que habla de convivir unos con otros, basados en principios y valores que alimenten la esperanza de llegar a vivir en ese lugar donde el amor, el respeto y las oportunidades son para todos; donde la vida es sagrada y la honestidad se pone de manifiesto, cuando las personas actúan correctamente en todas las situaciones, son solidarias, tienen presente que la libertad de uno comienza donde termina la del otro. Todos forman parte de un mundo en el cual cada uno aporta sus servicios en favor de los demás y no en detrimento de sus semejantes; la tolerancia, aceptación de las diferencias y la rectitud son el eje central de la convivencia. El reloj ya está marcando el anhelado futuro, las nuevas generaciones merecen heredar una nación diferente y es nuestra responsabilidad construirla; esto suena como una campaña publicitaria, sin embargo, realmente es el compromiso que tenemos todos los colombianos: lograr un cambio de “chip” o mentalidad que nos lleve en realidad a alcanzar el título de ser un país feliz.