Después de las campañas, de los engaños, de los sí y de los no, de las vacaciones y del comienzo del año con todas las sorpresas económicas que acostumbra iniciar, llegó el momento de poner en práctica la renovación que tanto hemos venido anunciando como el inicio de una nueva etapa en la que entre todos construyamos el escenario propicio para la paz.
Colocarnos los unos en los zapatos de los otros es quizá el principio para empezar a entendernos, comprendernos, lograr perdonarnos y reconciliarnos. Conocer y discernir las circunstancias que impulsaron a otras personas a actuar de una u otra manera permitirá en alguna medida extender lazos de tolerancia hacia los demás.
Es el momento de abonar el terreno, dar un giro a la tradición y empezar a conformar grupos incluyentes enfocados en un solo fin: construir la nueva Colombia con trabajo honesto y oportunidades para todos.
En esta etapa hay un factor a combatir en forma contundente: la corrupción un mal que ha venido permeando todos los estamentos de la sociedad dañando y corroyendo las conciencias de muchas personas a quienes no les importa pasar por encima de la dignidad o necesidades de sus semejantes para satisfacer sus ansias de lucro y enriquecimiento.
El control es entonces, cuestión de todos, cuidar y resguardar los recursos de las diferentes comunidades, proteger a nuestros semejantes denunciando cualquier anomalía que observemos, no participar en nada que atente contra la salud, la naturaleza, la educación, los alimentos, son entre otros los compromisos de todos los que participaremos en la construcción del nuevo país.
Una buena forma de abonar el terrero es ayudar a los demás, cambiar las críticas, destacar lo positivo de cada situación, ser agradecidos y sembrar amor en cada circunstancia.
Todo ello será fundamental para superar cualquier adversidad y enfrentar los propósitos comunes que plantea esta nueva etapa.
Los acuerdos son ahora una realidad y los compromisos tienen su escenario, es preciso que se inicie la etapa del post conflicto para con ello abonar el terreno de la paz.