En octubre 27 de 1960, un genio llamado Ben E. King, entró a un estudio de grabación de Atco Records y grabó una de las mejores canciones de todos los tiempos: ‘Stand by me’, que vio la luz en abril de 1961 e inmediatamente subió al US Billboard Hot R&B Singles.
La canción es un Gospel que King escribió con el propósito de compartir con el mundo su visión de Dios y promover una imagen omnipotente del mismo.
En 2005, Mark Johnson iba caminando por las calles de Santa Mónica (California, Estados Unidos) y escuchó a Roger Ridley, un artista de la calle, entonar la canción de King. Se conmovió tanto por la interpretación que decidió grabarlo y tocar la canción con músicos amigos alrededor del mundo. Así nació el proyecto de Playing For Change, un colectivo de artistas de todo el mundo que graban covers de canciones conocidas y destinan sus ganancias al desarrollo de escuelas de música y arte por todo el mundo. Hoy, Stand by me versión Playing For Change, cuenta con casi 100 millones de vistas en Youtube.
Querido lector, presumo que se debe estar preguntando ¿y esto qué tiene que ver con activismo? Le pido un poco de paciencia que ya voy a llegar al punto.
Los procesos de BB King y Johnson fueron bastante diferentes. Por ejemplo, era una quimera que un negro en los 60s en EEUU pudiera masificar un mensaje, en el ámbito musical se podía hacer solo por medio de disqueras. Imagine amigo lector ¿cuántas disqueras podría haber cerca de King? ¿Cómo hacer para llegar a alguna? Era un proceso bastante piramidal en el cual sólo unos pocos eran escuchados al final, sin embargo, esos pocos eran escuchados con claridad.
Se estima, por ejemplo, que Stand by me ha recaudado cerca de 60 mil millones de pesos en derechos de autor. Imagínese la cantidad de veces que ha tenido que sonar, la cantidad de veces que esta alabanza a Dios ha sido reproducida.
El caso de Johnson es bastante diferente. Éste grabó su versión de Stand by me con su propia cámara, con sus propios amigos, la puso en Youtube y casi 100 millones de personas la vieron, cientos de miles de personas han asistido a sus conciertos y gracias al dinero que han recolectado, han formado 12 programas de música y bajo sus propias estimaciones, impactado la vida de más de 15 mil personas. En el día de hoy, no hay que convencer a una disquera para sacar un disco, cualquiera lo puede hacer, sin embargo, como cualquiera lo puede hacer, existe mucha bulla, porque todos están sacando algo. Ambos casos tienen algo en común que es absolutamente clave en el activismo, ambos “encontraron su voz”, es decir, sabían que querían decir y cómo decirlo, y eso, los hizo exitosos en transmitir su mensaje. Vaya pensando ¿tiene usted algo que decir? Muchas veces caemos en un activismo estéril, escribimos en nuestro Facebook (por ejemplo) nuestro descontento con algo, digamos, el proceso de paz con las Farc, esbozamos opiniones vagas referentes a este tema porque es el que está en boca de todos, luego los medios nos ponen a hablar de la reforma tributaria, y hacemos lo propio, opinamos y seguimos.
Este ejercicio en 2017 hace que nuestra opinión no resuene, y lo más probable es que no esté generando ninguna diferencia. Se pierde en la bulla de todos opinando. ¿Ya pensó? No se conforme con el tema del momento, piense de verdad ¿qué le apasiona? ¿qué no soporta? ¿No cree usted que por ESO vale la pena hacer algo más que comentarlo con un par de amigos? En pasar de lo estéril a lo útil consiste el activismo que hace la diferencia; y no es una crítica a las redes sociales, existen miles de marchas inútiles de las que participamos y ni nos acordamos qué exigíamos ¿Se acuerda de las semillas de Monsanto? ¿Si vio en qué quedó eso?
Cuando ya encontramos qué queremos decir, viene la segunda parte de “encontrar nuestra voz”, el cómo decirlo. Encontrar formas alternativas y llamativas, para que escuchen lo que queremos decir, es un trabajo duro ¿seguro que sí es importante lo que quiere decir? Por eso La Puya, u #HolaSoyDanny son líderes de opinión que ejercen presión al poder, pues hacen llegar su mensaje a millones y establecen agendas (con sus limitaciones).
Ni decir de la participación en la política electoral, que es la forma de activismo con potencial de cambio más grande, esta la podemos ejercer amplificando lo que dice otro con quien estemos de acuerdo, o diciéndole a muchos ESO que queremos decir; en vez de “resignarnos” con votar en silencio. Sinceramente pienso que deberíamos todos hacer un esfuerzo en encontrar nuestras voces, y buscar a otros con voces similares para que, entre muchos, resonemos y generemos un cambio real. Ese es el activismo que necesita el 2017.
Amor y paz.
_________ * Fernando Martínez Cure es el Gerente del Laboratorio de inclusión productiva en el Departamento Administrativo para la Prosperidad Social, allí lidera el equipo encargado de diseñar y medir programas y políticas de inclusión productiva para población vulnerable. Ha trabajado para ACNUR en Ginebra, Suiza; desarrollando estrategias de monitoreo y evaluación. También ha trabajado en proyectos sociales en India, Kenia, Reino Unido, Colombia y Brasil, con particular énfasis en procesos participativos, evaluación de proyectos y proyectos de desarrollo de paz. Cuenta con una Maestría en Desarrollo Social de la University College London.