En mi columna pasada hablé sobre activismo, y como considero fundamental para ejercerlo con éxito, el encontrar nuestra voz, y como parte de este proceso, está el tener una opinión, una posición (acá la columna: https://www.ciudadpaz.com/single-post/2017/02/01/Actvismo-en-2017). Una tendencia global hoy son los triunfantes movimientos políticos de derecha con discursos agresivos y fáciles de entender, dirigidos a generar miedo en sectores de la sociedad, que buscan refugio en posiciones extremas (por si las moscas).
Por otra parte, observo con desespero la inhabilidad de los líderes ‘liberales/progresistas’ (no hablo del partido de Serpa/Petro, sino de los que defendemos los derechos civiles) de dar una respuesta asertiva a los ciudadanos, una opción clara de entender en contraste a tantos planteamientos tiránicos hoy presentes.
En gran parte esto se debe a que hemos pasado a una zona en donde solo lo políticamente correcto es lo importante. Estamos obsesionados con decir siempre lo correcto, no ofender a nadie, no herir los sentimientos de nadie, ser inclusivos, saludar a las mujeres de igual manera que a los hombres cuando entramos a un salón; describimos con temor las características físicas de las personas (porque ya no podemos decir que alguien es gordo o flaco), en fin, la lista sigue y sigue. Sin embargo, estas pequeñas cosas no son malas per se, hablan de un grado de consciencia que hemos adquirido, pero llevadas al extremo, pecan ya por pendencieras y tontas. (Por ejemplo, hace unos días, una horda de ‘progresistas’ casi linchamos a alguien en Facebook por usar la palabra igualdad en vez de equidad). Tampoco vamos a decir que porque los progresistas no le dicen gordos a los gordos pierden elecciones. No, pero esto hace parte de un fenómeno más grande denominado por algunos como relativismo intelectual. Como no queremos quedar mal con nadie, ni herir sentimientos, nos abstenemos de sentar posiciones sobre ciertos temas y nos enfocamos en quedar bien con todos los sectores, porque todos deben ser valorados por igual (guiño-guiño). Por ejemplo, alrededor del mundo existen múltiples organizaciones terroristas, algunas de ellas profesan abiertamente la fe musulmana; la derecha-derecha se ha encargado de estigmatizar a los fieles de esta religión y con un discurso de miedo, propone políticas xenófobas y gana elecciones. ¿Qué hacemos los progresistas? Nos dedicamos a desmitificar, nos preocupamos por qué Mohammed no vaya a ser retenido en un aeropuerto, o sujeto de chistes racistas; sin embargo, el problema central prevalece, y no podemos negar el hecho que sí hay bastantes organizaciones terroristas profesando con el Corán.
Sé que estoy siendo injusto, reduccionista y bastante simplista, pero para efectos de probar un punto me tomaré la licencia. Nos cuesta sentar posiciones en temas difíciles. Un ejemplo, en India el matrimonio arreglado es legal, es una tradición milenaria en la cual, los padres de la mujer, decide con quien esta deberá casarse. En las clases altas indias ven esto sin ningún tipo de reproche, ya que, al ser los más estudiados y viajados, han adaptado y flexibilizado su tradición, pues la opinión de la hija es tomada en cuenta, etc. No obstante, en los sectores menos liberales (y liberados) no funciona así, el padre decide autónomamente, y muchas mujeres son forzadas a vivir con un hombre al que no quieren.
En casos como este, los progresistas somos expertos en lavarnos las manos y no tomar posición, le dejamos todo al relativismo, ya que cualquier posición va a ir o en detrimento de la mujer, o en detrimento de una cultura milenaria. Estar a favor de abolir el matrimonio arreglado es aceptar la imposición de nuestros valores occidentales por sobre los de los indios ¿y quienes nos creemos que somos para decirles cómo vivir? Por otra parte, decir que está bien, es aceptar la opresión a la mujer. Lavarse las manos es lo mismo, ya que va a favor del statu quo, y en este caso, el statu quo es opresivo para la mujer, no tomar una posición es tomar una posición. Son casos similares la ablación del clítoris, la ilegalidad de la homosexualidad, el uso de la burka, etc. Sí, tener una posición es difícil, porque todas son cuestionables y criticables, de alguna manera van en detrimento de alguien; terminamos paralizados ante el pánico de herir los sentimientos de alguno. Mi invitación es a que aceptemos que tenemos posiciones y las adoptemos, seamos conscientes de a quién alienamos con las mismas, y actuemos responsablemente promoviendo nuestra causa y convenciendo a otros, pero no nos quedemos en relativismos intelectuales, porque al fin de cuentas es ver como otros sí actúan, y en muchos casos de manera horrenda.
Amor y paz.
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* Fernando Martínez Cure es el Gerente del Laboratorio de inclusión productiva en el Departamento Administrativo para la Prosperidad Social, allí lidera el equipo encargado de diseñar y medir programas y políticas de inclusión productiva para población vulnerable. Ha trabajado para ACNUR en Ginebra, Suiza; desarrollando estrategias de monitoreo y evaluación. También ha trabajado en proyectos sociales en India, Kenia, Reino Unido, Colombia y Brasil, con particular énfasis en procesos participativos, evaluación de proyectos y proyectos de desarrollo de paz. Cuenta con una Maestría en Desarrollo Social de la University College London.