Por más informes de mejora de la seguridad en Bogotá por parte de la Secretaría de Seguridad y la Alcaldía Mayor, los índices delincuenciales siguen creciendo y no hay tal control como tratan de mostrar el secretario de Seguridad, Daniel Mejía, y el alcalde Mayor, Enrique Peñalosa.
A diario aumentan los hurtos en estaciones de Transmilenio y en distintos lugares de la ciudad, el raponeo de celulares no disminuye a pesar de las medidas adoptadas por el Gobierno nacional respecto al tema. Parecería que es más rentable para el hampa el robo de celulares ahora –con medidas ‘drásticas’– que antes, pues tal parece que se lucran mejor con un solo aparato hurtado.
Es tal el descaro de los ladrones que se atreven a llamar a una emisora para justificar su acción. Vicky Dávila, en La W radio, calificó como insólita la llamada de ‘Juan Carlos’ –un ladrón de celulares– quien se comunicó para opinar sobre esta problemática, tema de debate.
En ese programa participaban como invitados la presidenta de Asomóvil, Nancy Patricia Gutiérrez, y el coronel Freddy Bautista, jefe de control cibernético de la Dijín.
Asomóvil advirtió, en ese programa, que la problemática del robo de celulares ha venido en aumento desde finales de 2015. Sin embargo, las autoridades y la Secretaría de Seguridad muestran cifras con tendencia a la baja en hurto a personas. “Yo trabajo en la modalidad de cosquilleo”… Cuando un ladrón califica de trabajo el despojar de sus pertenencias a un ciudadano, es porque ya le ha perdido el respeto a la autoridad y a la justicia. Si bien es cierto que la policía puede atrapar al ladrón, pero al día siguiente puede quedar en libertad por tratarse de un tema de cuantía menor. ‘Juan Carlos’ dice que las cárceles son escuelas, escuelas en las cuales se hacen más profesionales en delinquir.
No sabemos qué tan real pudo ser la llamada. Desde mi punto de vista parece ser más una llamada para justificar a la policía y a Asomóvil, pues este sujeto la carga toda contra los padres de familia por dar celulares de alta gama a sus hijos y asegura que la policía no tiene la culpa y que realmente se trata de un tema de responsabilidad por parte de los ciudadanos.
Pero la inseguridad en la ciudad no solamente se ve reflejada en el hurto a personas, este flagelo lo sufren comerciantes y familias que han perdido sus pertenencias. Según cifras de ‘Bogotá como Vamos’, el hurto al comercio aumento en 14 por ciento en 2016 y este año este ha sido el encabezado de titulares en los principales noticieros. Sin ir más lejos, el cinco de junio, los amigos de lo ajeno ingresaron por una ventana del segundo piso en la casa donde vivo y se llevaron mis pertenencias, mientras mi familia dormía.
Volviendo al caso del ladrón de celulares y su descarada justificación: ¿será justo culpar a las familias por dormir? o, ¿no debemos tener aparatos en la casa porque se presta para que cualquiera se los lleve? Como lo dice el ladrón en La W: “la ocasión hace al ladrón”. No, no podemos cargar con ese muerto. Los ciudadanos de a pie también necesitamos seguridad. Estamos en una ciudad de más de ocho millones de habitantes y con una inversión en seguridad para el año 2017 por un valor de $346.000 millones de pesos, que deben verse reflejados en bienestar, en tranquilidad. El hecho de que vivamos en un país de ‘pobres’ no justifica el hampa. El desgobierno en la capital es latente y el Alcalde no ha podido avanzar en materia de seguridad y esta es una fortaleza para los ladrones, porque –según ‘Juan Carlos’– “el negocio se ha incrementado, porque robar celulares es lo más botado y lo que más se mueve”.
La problemática de la delincuencia aumenta cuando escasean oportunidades, pero ¿Qué oportunidades? Según el Dane, con la medición de la pobreza, un ciudadano que gana alrededor de 200 mil pesos ya no es considerado pobre, y en estos términos tienen razón, con ese dinero se podría vivir como mendigo.
La inseguridad seguirá en aumento mientras que el Alcalde siga persiguiendo a cantantes en las estaciones de Transmilenio y a vendedores informales que sostienen a sus familias con las ventas callejeras, negándoles la oportunidad de sostenerse dignamente.
“Los políticos tímidos e
interesados se preocupan mucho más de la seguridad de sus puestos que de la seguridad de su país”. Thomas Macaulay