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Las palabras no se las lleva el viento

Están equivocados quienes creen que pueden decir lo que quieran, cuando quieran, sin que la ciudadanía les ‘cobre’ sus desafueros verbales.

La palabra puede ser usada para construir consensos, para generar ámbitos de paz y reconciliación, para formar ciudadanía, para proponer ideas y conseguir seguidores. Pero (hay un pero), también puede ser usada para destruir, desinformar y generar inconformismo difícil de subsanar.

Así ha pasado con ciertos personajes que parecieran haber dicho lo primero que se les ocurrió, pero que en verdad afirmaron algo que parecían sentir. ¿Puedo afirmar que ellos y ellas estaban seguros de sus afirmaciones? No, no lo puedo afirmar, pero sí puedo decir que los tonos empleados inspiraban seguridad y confianza a sus palabras.

1. El señor (¿qué significa la palabra ‘señor’?) Ramón Cardona, vicepresidente del Concejo de Santa Rosa de Cabal –en representación del Partido Conservador–, afirmó durante una sesión de la corporación: “La ley es como las mujeres, se hizo para violarlas”. No tardaron las manifestaciones de rechazo a semejante afirmación. La mayoría exigió respeto al género femenino. Por supuesto, ¿qué cree el personaje que incentiva con sus afirmaciones semejante acción violenta? No hay excusa que valga. El concejal no puede recoger sus palabras. Con ellas ofendió, agravió, a las mujeres de Colombia y del mundo. Con sus palabras justificó la violencia de género y envió a las juventudes (y a la sociedad, en general) un mensaje tendencioso y falaz. Pero al concejal también debe exigírsele respeto a las leyes, que no son para violarlas. Parecería que también invita y promueve el irrespeto a las normas que rigen la democracia, que él, como funcionario público, está obligado a acatar. Pregunto: ¿Es delito promover la desobediencia de la ley en Colombia? ¿Es delito promover que la ley (toda ley) sea violada? ¿Es delito decir viole la ley: es decir mate, hurte, asalte, estafe…? O ¿Sólo se trataría del caso un servidor público al que deberán imponer una sanción disciplinaria?

2. No tan graves, pero sí ofensivas fueron las palabras de María Fernanda Cabal, representante a la Cámara –por el Centro Democrático– cuando en abril de este año salía del recinto del capitolio. “¡Estudien, vagos!” le gritó en dos oportunidades a un grupo de jóvenes y víctimas del conflicto presente en la Plaza de Bolívar, a inicios de abril de este año. No creo que ella hubiese tenido información exacta de qué era cada persona o qué y hasta dónde había estudiado, para –alegremente– calificarla de ‘vaga’. Porque manifestarse y protestar es un derecho constitucional, no sólo atribuible a quien no ha estudiado. La protesta pública es legítima y democrática, así no estemos de acuerdo con las razones que la inspiran. Ella, la Represente a la Cámara, debería saberlo. Ella debería dar ejemplo respetando el disenso. Porque protestar es un derecho. Y, sí, estudiar también es un derecho. Pero no se puede instigar a quien protesta acusándola de no estudiar y de ser vaga. Y la vagancia también es de libre ejercicio. No por ello se puede ofender, porque sí, a quien prefiere no hacer ‘nada’. Pero en ningún caso sería vago quien opta por manifestarse o protestar. Porque la esencia de ambas acciones contradice lo que significa ser vago. No. Sus palabras tampoco se las llevó el viento frío que a esa hora hacía presencia en la Plaza de Bolívar.

3. También a inicios de abril de este año, Joao Herrera –alcalde de Soledad (Atlántico) – exhibiendo un histrionismo que no le conocía, se arrodilló y prometió ahorcarse si no lograba construir la nueva sede administrativa de la Alcaldía de Soledad en inmediaciones del portal de Transmetro de Murillo. Joao explicó que su promesa de ahorcarse era en sentido figurado y que llevaba “implícita una decisión tajante”… Pero, terrible que el señor Alcalde de Soledad haya promovido una forma de suicidio como si fuese una acción loable. Está equivocado, como lo estuvo cuando propuso marcar los sitios de ese municipio donde se perpetran delitos. El suicidio es un acto terrible, que ha afectado a gran parte de la sociedad. Durante 2016 se suicidaron 2.056 personas en Colombia. Durante 2015, de acuerdo con el último informe Forensis de Medicina Legal, en Soledad se suicidaron 14 personas: 12 hombres y dos mujeres, del total de 77 suicidios registrados ese año en el Atlántico. Los 14 suicidios registrados en Soledad: un adolescente, cinco jóvenes (hasta 28 años), siete adultos y un adulto mayor. Se trata del municipio del Atlántico donde más suicidios se registraron. Por eso no se explica que el alcalde Herrera prometa suicidarse si no cumple una promesa. Desafortunada. Muy desafortunada promesa. No olvide que el suicidio es un problema de salud pública, y que como máximo servidor municipal, está en la obligación de afrontar el problema que se agrava con el paso de los años.

Ojalá, en esta oportunidad, los vientos alisios se lleven sus palabras… Esperemos que, en próximas oportunidades, Joao piense bien lo que va a decir. Un Alcalde es y debe ser un referente del deber ser en un municipio.

En definitiva he presentado tres ejemplos de falta de control sobre lo que se dice. Lamentablemente, existen muchos más. No se trata sólo de irresponsables manifestaciones de lo que se piensa, sino de aseveraciones que deben recibir el reproche de una sociedad que trata de construir la paz, reconstruir el tejido social y afianzar los principios que nos validan como un Estado Social de Derecho. El derecho a opinar y a la libre expresión tiene límites de interés general y no puede ser desbordado con incitaciones a la realización de conductas punibles o socialmente reprochables.

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