Es hora de reinventar la política, de una innovación, para que sea el pueblo quien gobierne.
Estamos en un mes políticamente muerto, pero para quienes viven del ejercicio de la política no es así, hemos visto que los últimos días, las redes sociales y los medios de comunicación han estado muy pendientes de lo que dijo ‘Fulanito’ o ‘Sutanito’, que si es bueno, que si es malo, que juzguen ustedes y se tiran la pelota para jugar con la opinión del pueblo y lo peor es que lo logran.
En días pasados el ex ministro Juan Carlos Pinzón trinó “Es un error celebrar la entrega de las armas como si fuera la totalidad. Es claro que las Farc y disidencias tienen más armas. Más transparencia”. Obviamente, al Gobierno nacional no le cae bien que alguien cercano le diga la verdad, y la verdad es que con la entrega de poco más de siete mil armas no se afianza la paz. Por un lado, porque sabemos los colombianos la existencia de los grupos armados como el Ejército de Liberación Nacional (ELN), los grupos de autodefensas que ido apareciendo en los territorios abandonados por el Estado, incluso, han aparecido nuevos grupos como el clan del golfo y el autodenominado Movimiento Revolucionario del Pueblo (MRP), este último principal sospechoso del ataque al Centro Comercial Andino, en Bogotá.
No está bien para el gobierno de Juan Manuel Santos que uno de sus ministros salga a decir la verdad, pero no está bien tampoco para el país querer vender lo que no se tiene.
Es verdad que los esfuerzos por llegar a la paz son grandes y que se debe seguir trabajando para ello. La dejación de al menos 7.200 armas es un hecho de celebrar, pero no quiere decir que se llegó a la paz con tal evento. Este fin de semana, mientras el país estaba de celebraciones, los ‘disidentes’ de la guerrilla de las Farc estaban masacrando policías en ataque con explosivos en Guaviare, lo que quiere decir que no se ha logrado la paz y que en este caso el ex ministro tiene la razón, pero es necesario ir más allá.
Se acercan las contiendas políticas y el país no está preparado para seguir escuchando mentiras por un lado y verdades a medias por otro con tal de adquirir votos, los electores deben leer más, informarse bien para divisar el país en el cual quieren vivir y aprender a elegir. Ese cuento del abstencionismo es cruel para la democracia y permite que los mismos sigan gobernándonos a su antojo.
Ya es hora que la gente despierte, que deje sus ferias y fiestas de un lado y se coloque más en sintonía con la política, con la política nacional, la regional, la local y por qué no, con la política global. Hay casos en los que la ciudadanía ha llegado el Gobierno, sin una ‘identidad’ política de lo mismo, es hora de que el pueblo piense en sí mismo y le dé la lección a los partidos tradicionales, es hora de que nazca una verdadera opción ciudadana, en la que quede por fuera todo tipo de proselitismo partidista.
Se necesita que el conglomerado social elija y elija bien. No podemos seguir en la política tradicional en la que los mismos vienen gobernado desde hace más de 200 años y han empobrecido al país. Se necesita una opción innovadora donde el nombre del partido no lo lleve una sola persona o las mismas familias de siempre. Con esto no estoy haciéndole propaganda a los grupos de izquierda, tampoco a los desmovilizados de la guerrilla, lo que propongo es que la ciudadanía tome la decisión, se apropie del potencial que tiene e innove en la política, para que sea el pueblo quien decida hacia dónde deben ir los recursos y de qué manera se logrará la equidad.
Los medios de comunicación le dan más despliegue a la enfermedad de uno de los líderes de la guerrilla que a los ataques que sufrieron los uniformados el fin de semana; lo del ex ministro lo tomaron como un ataque a lo que el presidente Santos llama paz -pero sus razones tiene-. Un pueblo que navega en la mentira tiende a perder hasta la dignidad. Tenemos espejos para ver qué clase de país queremos, cada quien que se ponga la mano en el corazón, considere y mire qué es lo mejor, no en lo individual, sino en lo colectivo.
“Lo único que digo es que los clásicos tenían razón cuando decían que la lucha por el poder, que es la política, infortunadamente saca a relucir lo peor de la condición humana”: Juan Manuel Santos. Aunque yo, en su lugar, me hubiese abstenido de hacer alusión al ex ministro.