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Otro ocho de marzo


La primera persona que me acuerdo que me felicitó por el día de la mujer, fue mi papá, cuando yo apenas tenía como ocho o nueve años, y no sólo me felicitó sino que me preguntó que quería de regalo. Yo le dije que un CD y esa noche llegó con él a la casa. Luego de eso, año a año, él y otras personas me siguieron felicitando, mientras yo sentía que haber nacido mujer era un privilegio y que solo por existir, me merecía una celebración.

Un ocho de marzo, cuando estaba en la universidad y ya era popular escribir opiniones en Facebook, yo escribí que me parecía hipócrita que fuera el día de la mujer y los hombres no nos cedieran la silla en Transmilenio, algunos dieron like, pero una compañera del colegio que era feminista, me respondió con un regaño que no se me va a olvidar. Me escribió que era una vergüenza pedir que me trataran como una princesa el día en que se conmemora a todas aquellas mujeres que lucharon de pie por los derechos de los cuales todas gozamos hoy. Por supuesto esa respuesta tuvo muchos más likes y yo no respondí nada más.

Hoy en día, siendo la feminista que soy, le doy toda la razón a ese comentario y cada vez que me acuerdo, lo uso para medir cuanto he cambiado y cuanto han evolucionado mis ideas. Mis ocho de marzo, ahora se los dedico al activismo, apoyo campañas sobre equidad de género, divulgo contenidos, promuevo que se cambie el enfoque de la conmemoración en la oficina, hasta doy conferencias, éste es, sin lugar a dudas, el día más importante del año para el feminismo.

Y es que ser mujer en Colombia es todo menos un privilegio, si bien ya la discriminación ya no está escrita en leyes, se vive a diario, la violencia de género, el acoso sexual, la brecha salarial, el techo de cristal, la disparidad en la carga de las tareas domésticas y el cuidado de terceros en el hogar, la publicidad sexista, la falta de representación en todas las esferas de decisión, en fin, es mucho lo que todavía falta por alcanzar y mucho por lo que todavía tenemos que luchar.

Los colombianos no estamos muy acostumbrados a las conmemoraciones, porque las convertimos en días festivos para irnos de puente y no sabemos cómo abordarlas, pero este 8 de marzo, haga algo diferente y únase a la conmemoración, escuche (o lea en este caso) lo que las mujeres tenemos que decir, evalúe sus privilegios (si los tiene), tengamos esta conversación por incómoda que le parezca, reconozca esto también es con usted, tráteme como una igual todos los días y este 8 de marzo, pregúntese como puede comprometerse con la equidad.

A mí el feminismo me atraviesa cuerpo, vida y alma, entonces se imaginarán el éxtasis que me produce tener un día al año para echar mi lora por todas partes y tener tantos oídos dispuestos a escuchar lo que tengo que decir. Hoy, las feministas no nos callamos, alzamos la voz y buscamos ser escuchadas, usted, no lo deje pasar como un día más, no deje que este sea simplemente, otro ocho de marzo.

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