Al parecer perder es una inveterada practica a la cual nos estamos acostumbrando los colombianos. Cada uno de los emprendimientos que desarrollamos como sociedad y como país, está asignado por el fracaso, pues siempre nos faltan cinco centavitos para completar el peso. Que si vamos a votar para apuntalar el proceso de paz nos faltan 50,000 Voticos menos del 1 por ciento. Emprendemos la fiesta mundialista, y en medio de la gesta, perdemos después de hacer insignes partidos, en la parte penal. En las elecciones de parlamentarias, cuando creemos que nos hemos desecho de José Obdulio Gaviria, pues le faltaron votos para entrar al Congreso; aparecen 5.000 Votos en el rabo del mundo y se salva la curul del primo de Pablo Escobar. Y así sucesivamente, cada vez que pensamos que se ha superado una etapa de la historia, el lastre de los cinco centavos nos vuelve a poner en la dura realidad de una sociedad desigual, repleta de privilegios y gabelas, repleta de taras que difícilmente logrará superar su propia historia.
A la muestra un botón: faltaron menos del 1 por ciento de los votos, para que el país definiera si estaba o no de acuerdo con la corrupción, dándole la razón a quienes defendían las prebendas y posiciones de los corruptos, un ridículo monumental que los uribistas tratan de justificar todo el tiempo en las redes sociales, por la carga de absurdo tan grande que tiene este hecho. Nos embarga el pesimismo, pues a este ritmo, el animal nacional dejará de ser el cóndor para entronizar al oso.