El general Francisco de Paula Santander, gestor junto con Bolívar de la nueva república, se encargó de elaborar las políticas educativas de la Gran Colombia. Apenas un año después de la Batalla de Boyacá se formulan los principios ideológicos que regirían a la nueva nación. Era necesario que la población no fuera analfabeta y para eso, era indispensable crear un sistema educativo que se constituiría en el primer paso para convertirnos en un país libre y verdaderamente democrático.
El seis de octubre de 1820 se expide el decreto que reglamenta la Instrucción Pública y se inicia una campaña alfabetizadora de la población. Existieron dos razones fundamentales para hacerlo: De un lado el convencimiento de que: “… la Instrucción Pública es el medio más fácil para que los ciudadanos de un Estado adquieran el conocimiento, los derechos y deberes del hombre de sociedad”[1] así como que: “…el Gobierno está obligado a proporcionar a los gobernados esta instrucción como que contribuye al bienestar de los individuos y la felicidad de todos”[2]. Las dos consideraciones indican que estos legisladores buscaban establecer un gobierno que velara por el bienestar general y se intentaba que la Gran Colombia caminara hacia una mejor forma de vida de toda su población.
De otro lado, se había establecido que en 1830 se realizaron las primeras elecciones en la naciente república. Santander consideró que el pueblo debía estar adecuadamente preparado para asumir el reto con responsabilidad y plena libertad de opinión. De allí que diga que privar del voto a aquellos ciudadanos que no supieran leer y escribir se constituía en una vergüenza para los gobernantes porque el “voto activo constituye el ejercicio de ciudadano en un gobierno representativo”[3].Dicho de otro modo, si los gobiernos no procuraban que los habitantes de estas tierras tuvieran acceso pleno a la democracia eran inferiores a los retos asumidos para lograr que este territorio fuera un país libre y soberano.
No daba espera brindar las herramientas necesarias para que la educación llegara a la mayor cantidad posible de ciudadanos. Evidentemente para él no había ciudadanos de primera y de segunda. Se trataba de establecer una sociedad igualitaria. En ese orden de ideas, la necesidad de una educación pública, tanto elemental como secundaria y universitaria, fue considerada prioritaria. De allí que comenzó a llevar a cabo toda una serie de acciones dirigidas la intención de construir un país con mayores oportunidades de progreso.
Sin embargo, a pesar de las políticas educativas de avanzada del primer vicepresidente de la República de la Gran Colombia, en la actualidad todos estos principios que buscaban caminar hacia un país justo se han olvidado en aras de mantener los privilegios de unos pocos. A través de estos 198 años que han pasado desde este primer decreto educativo, lo que se ha logrado es casi nada o para ser más acertado, hay que reconocer que se ha retrocedido en casi todos los aspectos. De esos sueños de un país de gente realmente feliz y realizada no ha quedado nada.
Somos un país desigual, con uno de los sistemas educativos más deficientes del mundo. Pero al actual gobierno no le importa porque eso significa conocimiento para la gran mayoría de la población y lo que nos mantiene siendo un Estado Feudal es no tener posibilidades de Educación e impedir así de progreso de los gobernados, lo que hace muy fácil que sean manipulados.
Hay que trazar un nuevo camino, porque el de ahora esta mal diseñado y lo que se propone para adelante será aún peor que lo que tenemos. La educación de calidad y que llegue a todos es la única forma viable de salir del atraso.
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[1] Decreto del 6 de octubre 1820.
[2] Decreto del 6 de octubre 1820.
[3] Decreto del 6 de octubre 1820.