En nuestra época la postura más fácil y más útil para agradar y adherir personas, políticamente hablando, es sin duda la reivindicación de derechos y libertades. Cualquier discurso político que promueva y defienda una forma de ser y pensar, por el simple hecho de serlo, sin más, en cuanto derecho y libertad, tiene por o menos legitimidad, mucho más si se ajusta a una idea de Democracia, no importa que tan vaga sea y si incorpora un discurso sobre los derechos humanos. La posibilidad de hablar de política en nuestro tiempo está condicionada por el grado de congruencia que se tenga con estas ideas.
De este modo diferentes políticas públicas se demandan y se ejecutan. Si aparecen y se presentan como libertades y derechos deben ser buenas y convenientes. Tienen que ser por si mismos justas y deben significar un avance. De este modo habla una cierta razón posliberal de corte progresista, que entiende toda apertura, toda novedad, toda disolución de formas y limites como algo bueno, como un progreso- de allí que sea progresista-. En este marco de pensamiento dominante en las de democracias occidentales el Estado, la educación, la ley, las ciencias sociales, la moral, la economía, etc., han tomado una forma particular y se han adaptado.
Algo de esto es precisamente lo que señala explícitamente el artículo de Philip Schneider titulado Monsanto and Bayer are Maneuvering to Take Over The Cannabis Industry[1], sobre la legalización del Cannabis y el rol que juegan las compañías en este proceso, que para la gente resulta a simple vista ser más ideológico que económico y por eso lo relaciona más con libertades y luchas por derechos, que con lógicas económicas neoliberales. Aquí se puede ver como Grandes compañías transnacionales como Bayer y Monsanto, reconocidas internacionalmente por estar involucradas en el usos indebido de sustancias químicas para uso alimentario, agroquímico y médico, así como por haber generado fuertes debates sobre manipulación genética y seguridad alimentaria, están detrás de la promoción de la legalización del cannabis a diferente nivel y en múltiples países.
Esta información está vinculada a otra suministrada ya hace tiempo por diferentes fuentes, entre ellas la periodista e investigadora Cristina Martín Jiménez, según la cual Uruguay, que se presentó hace poco como ejemplo de tolerancia y vanguardismo ante el mundo por la legalización de la marihuana, diseño y aprobó determinadas políticas públicas[2] que estarían manipuladas por empresas transnacionales adscritas a grandes monopolios financieros globales. Todo esto soportado además en un discurso clínico y progresista. Ella revela como George Soros, un hombre reconocido por su actividad filantrópica, financió esta campaña que supone el control total de la producción y distribución de marihuana y sus semillas por parte de empresas privadas, con el aval del Gobierno uruguayo y de acuerdo con las demandas exigidas como justas por sus propios ciudadanos.
Lo que más llama la atención es como todo este interés económico y empresarial se vale e un discurso sobre los derechos y las libertades, y como estas empresas alcanzan un nivel de influencia incalculable sobre los gobiernos y sus políticas. Dentro de lo que se ha venido a llamar Régimen Alimentario Neoliberal las Agro Empresas Industriales y las grandes multinacionales se disputan estratégicamente sus intereses jugando con las libertades individuales. Así logran permear las legislaciones y así es como operan con el favor el consenso de las mayorías, que están hoy en demanda permanente de derechos y libertades. El neoliberalismo así visto, parece estar hecho también de un discurso 'buenista', de corte democrático, que conjuga al tiempo el sentido común y la ley, las subjetividades, en su constitución ideológica y emotiva, y la institucionalidad.
_______________
[1] https://themindunleashed.com/2017/07/monsanto-bayer-maneuvering-take-cannabis-industry.html?fbclid=IwAR3JfHy1mOtGvxDXED5oEx5vqoiBrk5mr4oPE8Cm4MXp6ll0nB7btp_vt-o
[2] https://www.youtube.com/watch?v=3euJzVJU4ys&t=40