Llegar a un punto de conciliación y lograr por medio de ella la forma de resolver un problema sería el ideal, sin embargo, alcanzar este punto no es nada fácil; entre otros se requiere de un tercero neutral que desempeñe el papel de 'conciliador'.
Las discrepancias que dan lugar a la controversia y que, en muchas ocasiones, se presentan como irreconciliables requieren de oportunidades que propicien y ayuden a encontrar la manera de solucionar el conflicto, un método que generalmente invita al diálogo y a la disposición de entender las circunstancias que rodean o rodearon a la otra persona.
Se requiere de parte y parte, saber escuchar sumado a una actitud propicia para restablecer el ambiente armónico y que, quien ejerza de mediador o conciliador, extienda puentes de acercamiento que rompan las barreras que la guerra ha ido anclando en los colombianos a lo largo de la historia del país y que aún se manifiestan en todos los ámbitos de la vida.
La solución no es pues responsabilidad única del mediador, pero su intervención resulta definitiva para llegar a ella; su postura neutral e independiente facilita a las personas enfrentadas en el conflicto para encontrar fórmulas de acuerdo equitativas, de beneficio común, que los lleve a dar término al problema.
Aceptar que es mejor vivir en armonía, en contraposición con aquella idea, repetida, durante años, por algunos, de que la guerra se necesita, es una posición positiva y proactiva para la construcción del nuevo país. Cambiar los enfrentamientos por oportunidades para discutir y negociar hasta encontrar voluntariamente oportunidades adecuadas de solución a los desacuerdos transformando la convivencia en territorio de igualdad y equidad para todos.
El desafío que plantea este nuevo concepto implica una actitud abierta, aprender a hablar sin agredir, aceptar las diferencias, tolerar y respetar los derechos de los demás, evitar confrontaciones inútiles, solidarizarse con las necesidades de otros y, en fin, enfrentar las dificultades, las circunstancias y la vida en general de manera diferente.
El país incluyente en donde reine la equidad solo podrá ser realidad con la participación decidida y equitativa de todos. Y es precisamente en la conciliación, en todos los ámbitos de la vida, donde radica el principio para lograr el cambio.
Un mundo donde quepamos todos porque siempre existirá otro camino para solucionar los conflictos, los cuales solo benefician a quienes sacan ventaja de los enfrentamientos y las divisiones entre las personas aprovechando su distracción para lucrarse y manipular.