Manuela Beltrán, ‘Heraldo Femenino de la Libertad’, nació en El Socorro (Nueva Granada) el 13 de marzo de 1724 y falleció el 16 de marzo de 1784.
Al repasar la historia de la Independencia encontramos el papel preponderante de varias mujeres, a las que no se les ha dado el lugar que merecen en la Gesta Libertadora.
Herederos del machismo español, en este recorrido por el homenaje que hacemos a las mujeres y hombres patriotas, haremos énfasis en esas valientes mujeres que –con sus luchas y aportes– hicieron posible el sueño del que hoy disfrutamos y poco valoramos: la libertad.
Manuela Beltrán, nació en la provincia del Socorro (hoy Santander) el 13 de marzo de 1724, considerada como el 'Heraldo Femenino de la Independencia'. Si bien se conocen más las acciones realizadas por José Antonio Galán Zorro y su ejército comunero, lo cierto que quien prendió la revolución fue esta mujer aguerrida, inconforme las injusticias y abusos del Virreinato de la Nueva Granada.
Durante el siglo XVII, la Provincia del Socorro era una comarca populosa, y de gran movimiento de comercio, ya que era la cabecera del comercio del tabaco (principal producto de explotación en la Colonia en la provincia), y otros elementos de la economía agropecuaria. Después del grito de rebelión del movimiento comunero no se volvió a saber de ella.
Su memoria regresó al conocimiento popular cuando la historiografía del siglo XX la trajo a las biografías como símbolo del nacionalismo pre-revolucionario y considerada junto con la dama quiteña Mariela Cañizares, como una de las primeras heroínas de la lucha emancipadora de América.
Desde entonces se le reconoce como ‘Heraldo Femenino de la Libertad’. “Ella sola es capaz de lanzar a los campesinos en su marcha hacia Santa Fe”.[1]
El historiador Germán Arciniegas reconoce el valor de la gesta comunera. “Hasta no hace mucho tiempo se fijaba como fecha de partida del movimiento emancipador el 20 de julio de 1810. Con esa falsa indicación se borraba, y se borró, el indispensable antecedente comunero y aún el de la revolución universitaria”.[2]
Manuela perteneció a una modesta familia, descendiente de españoles que manufacturaban el tabaco y la cestería. Era una mujer del común que sabía leer y escribir, condición que le permitió enterarse por sí, del Edicto de nuevos impuestos colocado en la plaza del Socorro por el visitador Regente Juan Francisco Gutiérrez de Piñeres, quien representaba al virrey.
Sobre estos hechos es necesario aclarar un tema interesante. La Corona había expedido un juicio de la Real Hacienda titulado ‘El Barlovento’, mediante el cual gravaban toda la producción agraria, incluida el tabaco. Se trataba de un impuesto sobre la producción del dos por ciento, pero en menos de tres años, el delegado del Virreinato decidió fragmentar el impuesto: uno, del dos por ciento a la producción, y dos por ciento adicional al comercio.
Tales impuestos debían ser pagados por los campesinos, indígenas y negros libertos que habían alcanzado tal condición luego de las fugas a los palenques. Los libertos podían circular libremente por el territorio del Virreinato, y, obviamente, siendo El Socorro un asiento de haciendas tabacaleras, era mucha la mano de obra mestiza, indígena y afrodescendiente la que se requería para tal explotación agraria.
En la Nueva Granada, donde no se alcanzó a implantar el sistema de Intendencias, se optó por el de Visitador-Regente. Le correspondió a Juan Gutiérrez de Piñeres ser el primero para La Nueva Granada. La Audiencia le nombró Visitador General. Llegó a Santa Fe de Bogotá en enero de 1778, portando plenos poderes de Carlos III para la reorganización de la Real Hacienda.
Para ese entonces, el virrey Manuel Antonio Flórez –que se había trasladado a Cartagena de Indias para atender la guerra recién declarada contra Inglaterra– delegó todos los poderes en la Audiencia y, en especial, en su Regente.
Precisamente, el odioso nuevo impuesto denominado ‘Gracioso Donativo’ financiaba la defensa de la ciudad portuaria de Cartagena de Indias. Entre las medidas fiscales introducidas por la Audiencia estaba el cobro de una larga serie de impuestos que por diferentes motivos no se pagaban, entre ellos el de Armada de Barlovento. Con el Edicto, el delegado del Virrey decidió el cobro de impuestos por separado de la Alcabala.
El impuesto de Barlovento, como la Alcabala, era un gravamen que recaía sobre las ventas, por lo que afectaba los consumos de todas las clases sociales. La zona donde se empezaron a manifestar con mayor virulencia las protestas populares fue El Socorro, una de las más prósperas del virreinato, pero a la vez una de las que habían sido afectadas por la prohibición de la siembra de tabaco y por los problemas derivados de la tenencia de la tierra, considerando uno de los problemas existentes a lo largo de la historia de Colombia.
Manuela Beltrán pasó a la historia de la Nueva Granada el 16 de marzo de 1781, cuando a sus 57 años recoge la indignación del pueblo sobre este hecho, y al grito de "Viva el Rey y muera el mal gobierno", llegó al frente de las masas a la puerta de la alcaldía, arrancó y simuló limpiarse el traste con el papel, arrojó al viento el edicto del Ayuntamiento de El Socorro.
En dicho edicto se fijaba y se anunciaba el alza de los impuestos de Armada y Barlovento. En ese momento lidera un motín contra los impuestos mercantiles establecidos por el visitador-regente Gutiérrez de Piñeres. Se afirma que más de dos mil manifestantes acudieron a la plaza del mercado, agolpándose frente a la residencia del Alcalde, que desembocó en la revolución de los comuneros. Ese gesto fue la chispa que encendió la rebelión que mantendría en jaque al gobierno virreinal.
“Los objetivos centrales de la Visita de Gutiérrez de Piñeres en la Nueva Granada no eran tanto aumentar los impuestos y expulsar a los criollos de los principales cargos gubernamentales, como una parte de la historiografía corrientemente supone, aunque algo hubo de ello. Lo que se buscaba era incrementar los ingresos fiscales, preferiblemente sin aumentar los impuestos, mediante el “arreglo” de las rentas reales, esto es, reducir sus costos de operación y eliminar o comprimir la corrupción y el ‘contrabando’ que practicaban a sus anchas las élites con ayuda o participación directa de los funcionarios gubernamentales, expedientes éstos que desangraban el erario estatal”.[3]
“En el informe del cabildo del Socorro al virrey Flores sobre los hechos que acaecían en esta población para mayo de 1781 se comentan los motivos que han llevado a la sublevación de la población, colocando en primer lugar lo inconformes que se encontraban por la imposición del ‘nuevo’ impuesto de armada de barlovento, afirmando que éste recaía principalmente sobre los más pobres, ‘que son los que laboran los algodones, hilos, tejidos, jabones, velas, cordobanes, etc. y esto con un reglamento que no les dejaba el menor alivio ni arbitrio para escaparse de la contribución’.[4] A finales de 1780 se estableció el plan definitivo con el que se llevaría a cabo el cobro de la alcabala y armada de barlovento”.[5]
La insurrección se extendió como la pólvora por todo el nororiente del Virreinato, pasando luego al centro y occidente del mismo. El pueblo –que gritaba "¡Viva el rey y abajo el mal gobierno!"– eligió como general a Juan Francisco de Berbeo, quien más adelante sería considerado traidor por el ejército de José Antonio Galán, que junto a Salvador Plata, Antonio Monsalve y Francisco Rosillo constituyó una Junta revolucionaria llamada del Común, de donde se derivó el apelativo de rebelión o insurrección comunera.
El precursor Francisco de Miranda, que desde Europa siguió muy de cerca este levantamiento popular, menciona a Manuela Beltrán como la matrona que inició la sonada rebelión. Esta actitud de rebeldía se extendió por todo el territorio neogranadino desde Mérida (Venezuela) hasta San Juan de Pasto (Colombia), creándose una conciencia en el pueblo contra el gobierno colonial de la época.
Muchos historiadores coinciden en señalar al movimiento comunero como un antecedente de la lucha por la independencia. Ese grito, ese gesto, venido de una mujer, en plena plaza de mercado, frente a la iglesia, hizo que todos los que escucharon su grito y su motivo, se incendiara en cada conciencia, ese anhelo de independencia del yugo español. Faltaban 21 años para que ese gesto libertario se produjera en realidad. Sin embargo, sólo podemos imaginar –sin existir la radio, la televisión, ni la prensa como la conocemos hoy, y mucho menos el internet– que ese grito de rebelión cundiera hasta más allá de las fronteras y fuera el aviso para todos del inconformismo del mal gobierno, cómo se escuchó en la voz recia de esta mujer socorreña que infundió el aliento para que el pueblo se despertara del letargo en el que se encontraba, tanto por el miedo, como por el sometimiento a la Iglesia que cogobernaba con la corona, como por la ignorancia.
Solo pienso que sucedería hoy si resucitara Manuela Beltrán y viviera la imposición de un IVA del 19 por ciento, impuesto por el propio gobierno, sumado a los 67 diferentes impuestos que se tributan hoy en el país. ¿Cómo gritaría y que haría Manuela Beltrán con el estatuto Tributario?
Hoy, varias instituciones educativas llevan su nombre, pero pocos homenajes existen para la precursora del Grito de la Independencia. Por la búsqueda de los datos de su vida, se sabe que murió el 16 de marzo de 1784, en El Socorro, Santander, a la edad de 60 años.
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IMÁGENES
- Estatua de Manuela Beltrán localizada en el casco histórico de Socorro, Autoría del maestro Arcángel Castellanos López.
- Manuela Beltrán. Ilustración de texto escolar por Hernando Escobar Toro.
- Ilustración publicada en la página web de El Socorro.
- Estampilla editada en Colombia en 1981, al conmemorarse el Bicentenario de la 'Revolución de los Comuneros'.
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REFERENCIAS
[1] Arciniegas, Germán. ‘20.000 comuneros hacia Santa Fe’. Editorial Pluma, Bogotá, 1981.
[2] Arciniegas, Germán. Ídem.
[3] Martínez Covaleda, Héctor Jaime. ‘La Revolución de 1781 Campesinos, tejedores y la rent seeking en la Nueva Granada (Colombia)’. Departamento de Humanidades, Universidad Pompeu Fraba, Pág. 41. Fuente: www.tdx.cat/bitstream/handle/10803/283318/thjmc.pdf;jsessionid=9EF367BA820E22CAE3B2EA6238D4ABA2?sequence=1
[4] BNC (Fondo Horacio Rodríguez Plata). “Documentos relativos a la provincia del Socorro', 1815, pp. 130- 135”.
[5] Cabezas Urrego, Juan Pablo. ‘La economía de los comunes de San Gil y Socorro en 1781’. Fuente: file:///C:/Users/Carmen/Downloads/S4+economia+de+los+comunes+-+san+gil+y+socorro.pdf
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BIBLIOGRAFÍA
- Aguilera Peña, Mario: "Los comuneros: guerra social y lucha anticolonial". Bogotá, Universidad Nacional de Colombia.
- Arciniegas, Germán. ‘20.000 comuneros hacia Santa Fe’. Editorial Pluma, Bogotá, 1981.
- BNC (Fondo Horacio Rodríguez Plata). “Documentos relativos a la provincia del Socorro, 1815, pp. 130- 135”.
- Cabezas Urrego, Juan Pablo. ‘La economía de los comunes de San Gil y Socorro en 1781’.
- Castellanos Tapias, Luis: "El Alzamiento". Bogotá: Edicrón-Guadalupe.
- Martínez Covaleda, Héctor Jaime. ‘La Revolución de 1781 Campesinos, tejedores y la rent seeking en la Nueva Granada (Colombia)’. Departamento de Humanidades, Universidad Pompeu Fraba, Pág. 41.
- Phelan, John Leddy: "El pueblo y el rey. La revolución comunera en Colombia, 1781". Bogotá: Carlos Valencia.
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CIBERGRAFÍA
- www.tdx.cat/bitstream/handle/10803/283318/thjmc.pdf;jsessionid=9EF367BA820E22CAE3B2EA6238D4ABA2?sequence=1
- file:///C:/Users/Carmen/Downloads/S4+economia+de+los+comunes+-+san+gil+y+socorro.pdf