María Antonia Santos Plata, nació en Pinchote (Santander) el 10 de abril de 1782 y fue ejecutada
el 28 de julio de 1819 en El Socorro.
En Pinchote –un municipio al oriente del hoy departamento de Santander–, nació Antonia Santos, una de las mujeres más influyentes en la causa Libertadora no solo de Colombia sino de la América toda.
En el siglo XVIII, Pinchote hacía parte de provincia del Socorro. María Antonia, así la bautizaron sus padres, fue la quinta de once hijos de Pedro Santos Meneses (uno de los fundadores de la parroquia de Pinchote, en 1782),[1] y de Petronila Plata Rodríguez, quien murió durante los primeros meses de la reconquista española. Fue bautizada el 11 de abril de 1782, siendo sus padrinos Casimiro Gómez y Casilda Plata. Se cuenta que nació casi muerta, y que durante su infancia fue enfermiza, razón por la cual fue prontamente bautizada.
Sus primeros años de vida los vivió junto con sus padres y hermanos en la hacienda de El Hatillo, hoy vereda del Corregimiento de Cincelada en el municipio de Coromoto. “Allí recibió la educación que recibían las mujeres de su época: labores propias del hogar, la religión católica y prácticas piadosas y conocimientos de aritmética, escritura, gramática y lectura”,[2] igualmente aprendió bordados, obras de cestería y manualidades típicas de la región.
A pesar de haber sido instruida en las más fervorosas prácticas religiosas, su familia fue opositora al régimen de la colonia española, descontento que nació y se propagó para la Nueva Granada desde la provincia del Socorro (hoy Santander). Fue así como la familia de Antonia Santos fue colaboradora del movimiento de insurrección de los comuneros de 1781, vinculándose fervorosamente a la lucha en favor de la emancipación del Nuevo Reino de Granada.[3]
María Antonia fue la mayor de las hijas mujeres, y tras la muerte de la señora Petronila Plata, asumió el cuidado de su padre y hermanos, ejerciendo un liderazgo excepcional.
Antonia Santos conoció y apreció a Simón Bolívar, con quien diseñó varias de las rutas por donde los ejércitos revolucionarios debían pasar, haciendo contactos con matronas de varias localidades quienes se encargaban del abastecimiento y logística, sobre todo de proveer alimentos, para lo cual recurrían también a las hijas como correos humanos para el envío de mensajes encriptados, lo que hacían, escribiendo sobre las hojas en blanco con el jugo de limón, el cual luego quien recibía el mensaje lo colocaba a la luz de una vela y podía leer las razones preventivas o de avanzadas para ayudar a la causa.
Junto con Policarpa Salavarrieta, Antonia Santos es considerada como una de las madres de la Independencia. Le caracterizaba el temperamento de las mujeres santandereanas, organizó la guerrilla de Coromoto y Cincelada, que fue la primera guerrilla que se organizó en el norte de Colombia, para contrarrestar las avanzadas españolas. Fernando Santos Plata, uno de sus hermanos,[4] fue comandante de ese primer bloque, al que los españoles temían por lo intrépido de sus formas de bloqueo en armas a las tropas españolas. Se dice que, en uno de los asaltos por el camino del ahorcado, las tropas patriotas lograron arrebatarle más de doscientas armas de fuego con su munición y la caballería a las tropas españolas, haciéndolos caminar desnudos de vuelta a las guarniciones de asentamientos españoles, logrando –por el paso de los pueblos– las burlas hacia los españoles y las vivas hacia el incipiente ejército granadino. Famosas fueron, por parte de este grupo, las interceptaciones a las comunicaciones de las tropas realistas, logrando no solo menguar las provisiones alimentarias y de municiones, sino que servían para mantener informadas a las fuerzas libertadoras, logrando de este modo tener un papel protagónico en las batallas del Pantano de Vargas y la decisiva de Boyacá.
Historiadores revelan que Antonia Santos utilizaba las mercancías y uniformes incautados a los españoles para distribuirlos entre los pobladores pobres de la provincia del Socorro, quienes transformaba los uniformes para ser enviados a Venezuela donde sirvieron a la causa libertadora de la hermana nación, ya que los criollos utilizaron esos uniformes para camuflarse en las tropas españolas y así doblegarlas mediante la confusión y el asalto.
Como casi todos los caídos en la causa Libertadora, Antonia Santos fue traicionada por uno de sus mal llamados amigos. Fue arrestada el 12 de julio de 1819 por un “destacamento militar español, comandado por el capitán Pedro Agustín Vargas, llegó a la hacienda de El Hatillo, y en la casa principal de la familia aprehendió sorpresivamente a la dueña de casa, Antonia Santos, a su hermano menor Santiago y a su sobrina Helena Santos Rosillo; con ellos fueron también aprehendidos dos esclavos de la heroína”. Fueron conducidos inmediatamente a Charalá, pasándolos por Cincelada –hoy Corregimiento–, en el cual aún existe el calabozo donde estuvo detenida y, por último, fueron llevados a la población del Socorro, donde fueron encerrados en los calabozos de la cárcel junto a numerosos detenidos por razones políticas.
Antonia Santos prefirió la muerte que la delación y el 16 de julio de 1819, en un breve sumario, le fue dictada la sentencia de muerte junto a los próceres Isidro Bravo y Pascual Becerra, como enemigos de la causa del rey y reos de lesa majestad. El 27 de julio fueron puestos en capilla como condenados a muerte.
El 28 de julio de 1819, a las diez y media de la mañana, Antonia Santos fue llevada al cadalso, ubicado en un ángulo de la plaza del Socorro, junto con sus compañeros Pascual Becerra e Isidro Bravo. Iban acompañados por el cura de la parroquia, presbítero N. Torres. A la heroína la acompañó su hermano Santiago Santos, a quien le entregó sus alhajas de oro y su testamento. Al oficial que mandaba la escolta le obsequió el anillo que llevaba puesto.[5] Un sargento la ató al patíbulo y le vendó los ojos, se dio el redoblante y la escolta hizo fuego, consumándose así su muerte, cuando apenas tenía 37 años.
No hay registros de que María Antonia hubiese dejado descendencia, ya que como se supo, ella se hizo a cargo de sus hermanos luego de la muerte de su madre. En la hacienda El Hatillo funcionó una improvisada escuela rural, para los hijos de los obreros y esclavos, donde ella fungió como maestra enseñando a leer, a escribir y aritmética a los pequeños niños.
La muerte de Antonia Santos fue el detonante principal que dio origen a la Batalla de Pienta, en lo que hoy es el municipio de Charalá, en Santander. Esta confrontación entre lugareños de Charalá –quienes improvisaron un ejército con más valor moral y sed de libertad que de posibilidades– logró atrasar el refuerzo de más de 800 hombres comandados por el coronel español Lucas González quien, por virtud de la batalla de Pienta, no pudo llegar a tiempo para reforzar el ejército del general Barreiro para la contienda de la Batalla de Boyacá.
Gracias a esa labor de economista, racionalizadora de recursos y asistencia en la causa libertadora, el Batallón ASPC (Asistencia y Servicios para el Combate) No. 7 de la Séptima Brigada, de la Cuarta División del Ejército Nacional de Colombia, bautizó su almacén con el nombre de Antonia Santos.
Muchas escuelas en el país llevan el nombre de esta insigne dama. Eduardo Santos Montejo, sobrino colateral de la heroína fue Presidente de Colombia en 1938, y el sobrino nieto de este, Juan Manuel Santos Calderón, lo fue en dos períodos sucesivos a partir de 2010.
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Leyendas
- Antonia Santos. Autor: José Ignacio Castillo Cervantes, en la Casa Bolivariana de Bogotá.
- Monumento en honor a Antonia Santos en El Socorro, Santander, Colombia.
- Antonia Santos. Autor: José Ignacio Castillo Cervantes, en la Casa Bolivariana de Bogotá.
- Fusilamiento de Antonia Santos, autor: Luis Angel Rengifo, 1950, Museo de la Independencia - Casa del Florero.
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[1] www.bicentenarioindependencia.gov.co/Es/Contexto/Personaje/Paginas/p013_AntoniaSantos.aspx
[2] enciclopedia.banrepcultural.org/index.php?title=Antonia_Santos_Plata
[3] Díaz Díaz, O. (1965 y 1967). La Reconquista Española. Historia Extensa de Colombia, tomos I y tt. Bogotá: Lerner.
[4] “Entre las guerrillas más conocidas destacamos la de la Niebla, integrada por gentes del Socorro y la provincia de Tunja, en la región que va de Vélez hasta Zapatoca; la guerrilla de los Almeida en el Valle de Tenza; las guerrillas de Zapatoca, Guapotá, La Aguada, Oiba, Chimá, Aratoca, Guadalupe, Simacota, Onzaga, Coromoro, el Hatillo y otras. Numerosos guerrilleros de las regiones de oriente y del centro del Nuevo Reino se sumaron al Ejército Libertador en la Campaña Libertadora. La guerrilla de Coromoro o de Santos fue la primera que se organizó en la Provincia del Socorro para luchar contra los invasores españoles; fue la más organizada y la que peleó más bravamente durante los tres años de la Reconquista. Esta guerrilla fue organizada y sostenida por Antonia Santos Plata y tuvo como centro de actividades su hacienda El Hatillo. Fueron jefes de esta guerrilla, su hermano Fernando Santos Plata, José Gabriel Tobar, Camilo Gaona, José Manuel Ruiz y otros”. Fuente: enciclopedia.banrepcultural.org/index.php?title=Antonia_Santos_Plata
[5] Ídem.