En 1984 Cartagena recibe el título de Patrimonio Histórico y Cultural de la Humanidad. De esto se infiere que no se está honrando únicamente a la ciudad colonial que España había dotado de murallas, fortificaciones y baluartes que se construyeron para detener e impedir los intentos de otros reinos europeos que buscaban apropiarse del territorio americano; sino también, y eso es claro, de una vida cultural propia y distintiva que aporta mucho al valor histórico que ya conocemos. Pero no es este hecho el único que se debe destacar en el reconocimiento que se tiene de esta ciudad a nivel mundial. Hay que tener presente que aquellos hechos que protagonizan Pedro Romero y los hermanos Gutiérrez de Piñeres en la Plaza de la Trinidad en el emblemático barrio raizal de Getsemaní, es de la mayor importancia.
No se necesita ser un conocedor profundo de la historia de la humanidad para entender que cualquier sitio en este planeta que tiene la condición de puerto le da a sus ciudadanos una dimensión diferente de la vida de que tienen los interioranos. De un lado, está el deseo casi incontrolable de viajar y de otro las novedades de todos los puntos cardinales se conocen primero en estos sitios que en aquellos alejados de las costas. Eso permite que sus habitantes tengan una especial propensión a ser amantes de la libertad.
Tal como lo sabemos, la ciudad que hoy los colombianos llamamos ‘La Heroica’ no fue la excepción a esa condición. Es un hecho que en los años convulsionados de nuestra emancipación del Imperio español fue decisivo el grito que ese hizo sentir el 11 de noviembre de 1811. Este fue un hecho donde no sólo se expresó una rebeldía sino que, y esto es lo más importante, se consolida un gobierno propio y autónomo. Desde el punto de vista de la eficacia política de una república es entendible que sólo se puede ejercer el poder republicano cuando se cuenta con una Constitución propia y Cartagena, contrariamente a lo que sucede en Santa Fe de Bogotá, no sólo proclama un gobierno soberano sino que también dota a esta república de una Constitución, demostrando así que los patriotas, si sabían cómo y bajo que parámetros querían ser regidos. De este momento en adelante, a pesar de los aciagos días del sitio de Murillo, el liderazgo político de esta ciudad en los primeros años de la nueva Colombia es incuestionable. Bolívar así lo reconoció, como es bien sabido y por eso, ayudó de manera diciente a que en esta ciudad se fortaleciera su presencia en el Caribe.
Años más tarde, el General Santander funda, en 1821, la Universidad de Cartagena para que los nuevos ciudadanos pudieran tener el pensamiento crítico que les permitiera buscar el bienestar de todos y no de unos pocos.
Con todos estos antecedentes es muy comprensible que cuando se habla de conmemoraciones de fechas significativas que deben ser reconocidas por todos los colombianos como esenciales para nuestra democracia es la Independencia de este “corralito de piedra” la que en verdad debe ser tenida como el inicio de una búsqueda por tener un país libre y soberano.