Gran revuelo e indignación han causado los incendios del último mes en la Amazonia. Los medios y las redes sociales han estado inundadas de diferentes reacciones y opiniones frente a lo que ha pasado en algunas zonas de Brasil y Bolivia; y sin embargo, en cierto sentido, parece que se desconoce lo que realmente ha ocurrido. Lo que se conoce en realidad, a través de imágenes, memes, cadenas, estados e información fragmentada y descontextualizada, es una cierta emocionalidad ligada a fines políticos o al simple amarillismo. Todo lo cual ha servido a cualquier desprevenido e inocente para posar de ecologista y activista y, como de costumbre, para hacer gala de una moral que no existe y que aparece y varía al antojo de los medios.
De ninguna manera se quiere negar aquí la importancia de tales incendios, pero si hay que cuestionar algunos elementos en torno a la forma en que el tema se ha dado. El simple hecho de que, tal como señala en entrevista para Forbes Leonardo Coutinho,[1] periodista brasilero especializado en medio ambiente, lo ocurrido en el último mes en la cuenca amazónica no rebasa el promedio de incendios de los últimos 20 años, de acuerdo con lo cual lo del último mes es digamos normal para quienes saben del tema y no llegan a él en medio de alboroto mediático. Del mismo modo, señala Coutinho, si se quisiera buscar la época en que se dieron más y fueron más intensos los incendios habría que remontarse al gobierno de Lula.
Por esto no se entiende el escándalo que los últimos han causado y tampoco se entiende la forma en que todo se ha centrado en Bolsonaro, con quien, señalo de paso, no tengo la menor simpatía. Lo anterior sorprende más si se advierte que Evo Morales autorizó quemas para producción cocalera en parte de la Amazonia boliviana hace menos de dos meses, y que fue allí donde se originó buena parte del foco de los incendios.[2] Sin embargo poco se habla de Evo y su responsabilidad.
Finalmente, frente a este moralismo hipócrita y mediático que se ha desatado entre la gente habría que recordar los múltiples problemas que enfrenta la Amazonia colombiana. Arrasada por la minería legal e ilegal, por la deforestación descontrolada y también, y sobre todo, por conflagraciones, que el gobierno colombiano, sumado al coro internacional de indignados, ha permitido sin el menor reparo.
Según cifras oficiales, en nuestra cuenca amazónica el año pasado se perdieron 200. 000 hectáreas de selva por incendios y 135.000 por deforestación, con el consentimiento del abandono estatal y nacional, y con el silencio de todos los que hoy se rasgan las vestiduras, pues a la mayoría no le ha importado lo que viene ocurriendo en este territorio, ni con la naturaleza ni con sus habitantes (los departamentos de esta cuenca -Putumayo y Vaupés- tuvieron el año pasado las tasas más altas de suicidios de acuerdo con su población, y las comunidades que allí habitan están siendo destruidas en medio de un proceso de aculturación).
Todo esto para señalar simplemente la desinformación y la hipocresía que gobierna hoy la opinión publica, alimentada por sistemas de medios sin rigor, profundidad ni ética y por redes sociales que han llamado democratización de la información a la posibilidad de que cualquiera pueda decir cualquier cosa.
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[1] https://www.forbes.com/sites/michaelshellenberger/2019/08/26/why-everything-they-say-about-the-amazon-including-that-its-the-lungs-of-the-world-is-wrong/#ef8c3e85bde0
[2] https://www.servindi.org/actualidad-noticias/21/08/2019/evo-autorizo-quemas-y-desmontes-un-mes-antes-de-los-incendios