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¿Vamos hacia un camino diferente?


Ahora que han pasado las elecciones, encuentro que los ciudadanos colombianos hemos hecho un ejercicio democrático en el que se avanzó lentamente, muy lentamente para hacer de esta una nación libre y definitivamente justa. Lo que vimos fue que se comienzan a buscar respuestas diferentes a las que estamos acostumbrados y que las presiones indebidas, así como las amenazas de desastres apocalípticos no convencieron a muchos.

Hay un cambio insipiente. Pero todavía los colombianos no se atreven a recorrer decididamente el camino hacia medidas que permitan una renovación decisiva. Si bien el voto en blanco representa una voz de protesta, éste es como el agua tibia, pues evidentemente no llega a gobernar, ni permite que tengan acceso al poder personas probas. Es casi como la abstención, en el sentido que aunque se va a la banca, no se juega. Así las cosas, se está perdiendo el tiempo porque se trata de una opinión que tiene muy poco peso y que no cambia el sentido de los resultados. Soñar con que se anulen los resultados y se plantee una nueva convocatoria es, hasta ahora, un sueño… Para que se hiciera realidad se necesita contar de un grueso de la población muy analítica y definitivamente mucho más comprometida que la nuestra.

Sin embargo, aunque aún no somos tan decididos como se debiera, los colombianos comenzamos a despertar. Se mantiene el temor de ir hacia un verdadero progreso. Pero, sí existe el deseo de salir del terrible laberinto sin salida que estamos viviendo ahora. Las alarmas se prendieron y los menos temerosos se desmarcaron y votaron casi libremente. Y digo casi porque no estamos seguros que lo hicieran por los que eran de su preferencia, o si lo motivó a inclinarse por aquellos que no parecen tan ambiciosos como los que ahora detentan el poder. Pero si en realidad los elegidos son los más aptos, no lo sabemos…

Algunos de ellos esgrimen muy irresponsablemente la bandera de la “lucha contra la corrupción” pero no hay antecedentes que nos demuestren que son tan incorruptibles como dicen serlo. Es posible que de varios de ellos vengan las peores decepciones para el electorado porque somos muy dados a actuar emotivamente, sin poner todos los pros y contras sobre la mesa y analizar objetivamente lo que se tiene en frente. Por supuesto es prudente dar un compás de espera.

Ahora bien, si existe un voto de opinión que crece y es allí donde la esperanza parece empoderarse. Por supuesto, no hay sociedad donde todos los que votan, lo hacen con plena conciencia de lo que están haciendo. A algunos los domina el miedo, otros reaccionan movidos por mensajes confusos de los publicistas, pueden darse factores personales como agradecimiento o compromiso moral con alguien y lo más grave, motivados por fanatismos muy desenfrenados.

El camino comenzó pero no hay que cantar victoria todavía. La luz al final del túnel apenas comienza a verse. No podemos desfallecer pero tampoco podemos dormir sobre los laureles. Hacia adelante siempre.

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