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CAMBIO DE MENTE, TOMA DE DECISIONES

* Estamos llamados a hacer un cambio que se genera en el corazón, se pone en acción en la mente y se ejecuta con actos de fe práctica.

El cambio es posible. Siempre hay un antes y un después. Podemos ver nuestra vida sin Dios y cómo cobra significado con Cristo. La Biblia dice: “Si alguno está en Cristo, nueva criatura es; las cosas viejas pasaron; he aquí todas son hechas nuevas”. (2 Corintios 5:17).


En Cristo, al recibir al Hijo de Dios como nuestro Salvador, entramos en una relación directa con nuestro creador, pasamos a ser parte de la familia, nos adherimos al cuerpo (la iglesia), del cual Jesús es la cabeza. La frase “en Cristo” nos da una nueva posición (santidad posicional), somos apartados para el propósito divino.


Cuando la publicidad nos vende algo con la idea de antes y después (before & after) generalmente es una estrategia engañosa, el después suele venir maquillado con filtros, montajes o trabajo de Photoshop. No ocurre lo mismo con la vida abundante que Jesucristo ofrece, pues Jesús nos dice que al venir a él “las cosas viejas pasaron”. Y nos ofrece más al afirmar que todo es hecho nuevo. La vida nueva que recibimos es abundante y real.


No obstante, para algunos, el triunfo está marcado por los aplausos, las luces de los escenarios, por la fama efímera o el triunfo egocéntrico del yo, mientras que para otros la razón de ser del tránsito por este mundo es esa vida abundante, plena, que el Creador ofrece.


En medio de la sociedad de consumo en la que vivimos, el llamado de Cristo --que viene a subvertir el orden establecido-- es a poner la mirada en lo eterno, mientras vivimos esta vida en la tierra con plenitud de gozo. Si bien la vida eterna tiene un propósito posterior al plano físico en el que vivimos, sus beneficios son para disfrutarlos aquí y ahora.


Por lo tanto, un cambio de mente que nos lleve a tomar decisiones refleja el carácter del Salvador en el creyente, demuestra, en últimas, como dice la Escritura, que efectivamente tenemos la mente de Cristo.


Lo grave de la mayoría es la mentalidad de rebaño, como dirían en la calle: “¿Para dónde va Vicente?, para dónde va la gente”. No es fácil salirse de ese molde en el que te enmarca la sociedad, no es fácil quitarse las etiquetas o romper las cadenas de yugo opresor del consumismo, pero es la única manera efectiva que conozco para vivir verdaderamente libre.


La Biblia dice: “Y conocerán la verdad, y la verdad los hará libres” (Juan 8:32). Es que la verdad de la Palabra de Dios es liberadora. Por eso Jesús afirmó de manera contundente: “Si el Hijo los liberta, serán verdaderamente libres”. (v.37).


Cuando estamos en las manos de Dios, hay un cambio de corazón, un cambio de mente, y como resultado, un cambio de dirección (nuevo destino). La palabra original en el griego para arrepentimiento es ‘cambio de dirección’. La pirámide invertida de valores, ahora en Cristo, vuelve a tomar la posición correcta, la vida vuelve a tener sentido y lo simple cobra realmente valor.

Cuando estamos en las manos de Dios, hay un cambio de corazón, un cambio de mente, y como resultado, un cambio de dirección.

Al ser un hijo de Dios, como resultado de haber depositado la confianza en la obra de Cristo en la cruz, tenemos el poder ilimitado del Espíritu Santo morando en nosotros, la tercera persona de la trinidad se convierte en nuestro amigo, nuestro ayudador y maestro; pero muchas veces nuestra naturaleza vieja se resiste al cambio y termina haciendo las mismas cosas, al estilo viciado de antes.


No podemos esperar cambios profundos y radicales en nuestras vidas si seguimos haciendo uso de los mismos malos hábitos. Albert Einstein dijo: “Locura es hacer las mismas cosas, esperando resultados diferentes”.


Estamos llamados a hacer un cambio que se genera en el corazón, se pone en acción en la mente y se ejecuta con actos de fe práctica. El corazón es un banco en el que depositamos buenas o malas cosas. Por eso la Biblia nos recuerda que de la abundancia del corazón habla la boca.


El apóstol Pablo nos llama a actuar de acuerdo con esa nueva posición (en Cristo), y entonces podremos ver cambios reales. En la carta a los Romanos 12:2 se hace un llamado urgente al cambio: “No adopten las costumbres de este mundo, sino transfórmense por medio de la renovación de su mente, para que comprueben cuál es la voluntad de Dios, lo que es bueno, agradable y perfecto”.


Mientras no cambiemos nuestra manera de pensar, estamos condenados a vivir en la carrera de la rata, corres y corres sobre una rueda para al final de tus días, cansado y agotado, darte cuenta de que no has avanzado. Y así día tras día, hasta que ya no des más.


¿Podemos romper el modelo que nos impone la sociedad? La respuesta es un sí rotundo. Debemos cambiar nuestra manera de pensar, y ese cambio debe generar decisiones que se traduzcan en acciones concretas. Jesús dijo: “Al que cree, todo le es posible”.


Te invito a poner en práctica cuatro acciones concretas: 1. que Dios sea el primero en tus finanzas, 2. sal de la deuda mala, 3. vive con un presupuesto y 4. crea la cultura del ahorro y la inversión.

Bendiciones.

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