* Párenme bolas: El concepto de ‘malicia indígena’ es una idea que ha sido históricamente utilizada de manera peyorativa y estigmatízate para describir actitudes de los pueblos indígenas y sus prácticas culturales.
“Me contaron los abuelos que hace tiempo” -en los años 1600; por poner una fecha- era un Viernes Santo y un indígena tenía hambre y quería comer. Por consiguiente, mató una vaca en el lecho del rio. Un sacerdote que caminaba por allí le dijo al indígena “que era pecado comer carne en Viernes Santo” y le recordó que él, cómo cristiano, ese día se rememoraba la muerte de Jesús, por lo que la Iglesia había establecido esa fecha como un día de luto y abstinencia de carne roja. Entonces, el indígena recoge agua y dice…” en el nombre del padre, del hijo y del espíritu santo de ahora en adelante te llamarás pescado”. Eso es la malicia indígena. Pero, definamos antes de seguir.
El concepto de ‘malicia indígena’ es una idea que ha sido históricamente utilizada de manera peyorativa y estigmatízate para describir actitudes de los pueblos indígenas y sus prácticas culturales. Párenme bolas: esta expresión se ha empleado para sugerir que los indígenas son astutos, sagaces, desconfiados o engañosos en sus interacciones con personas no indígenas. Es importante destacar que esta noción es un estereotipo injusto y perjudicial que ha contribuido a la discriminación y la marginación de los pueblos indígenas en muchas partes del mundo.
Es importante recalcar que los pueblos indígenas son extremadamente diversos en términos de culturas, idiomas, tradiciones y modos de vida. No se puede generalizar sobre la ‘malicia’ de todos los indígenas, ya que cada grupo tiene su propia historia, cultura, carga emocional y forma de relacionarse con el mundo.
Paréenme bolas: ¿cómo ha permeado ese término la cultura de nuestro país? Pues bien, creo que esa descripción de personas astutas, sagaces, rápidas de pensamiento ha migrado a encapsular otros términos de personas estafadoras, avivatas que se aprovechan de las demás personas a la menor señal de descuido …. Y, ¡oportunidad!
Antes de ponernos serios, miremos casos de malicia indígena, muy autóctona que empieza a describir nuestra idiosincrasia:
Recordemos a la mujer que, con su malicia indígena, en 1997 dijo estar embarazada de nueve hijos. Hasta ahí, digamos que aceptable, pero el problema fue que Liliana Cáceres simulaba su embarazo con una barriga de trapo.
Otra más – aunque no lleva el nombre de nuestro país- es el paquete chileno. Lo opera cuando un delincuente deja caer un paquete aparentemente lleno de billetes de banco. Una vez que la víctima ve el paquete, el delincuente se acerca y le pregunta si es suyo. Si la víctima dice que sí, el delincuente le pide que le ayude a recoger el dinero. Mientras la víctima está agachada recogiendo el dinero, el delincuente le roba su bolso, cartera o cualquier otro objeto de valor si usted ‘dio papaya’ (un término coloquial para decir usted no tiene malicia indígena y lo ‘tumbaron’ [otro termino coloquial para decir lo estafaron])”
Otro es el engaño del falso embajador de la India. Jaime Torres Ortiz, un aspirante a sacerdote, se hizo pasar por embajador del país previamente mencionado y engañó a la comunidad opita. Párenme bolas: el hombre era culto, políglota y explotaba su malicia indígena. De otro lado la gente ‘dio papaya’ y hasta carros oficiales le dieron.
Uno más. El caso de ‘Don Leocaido’ en el siglo pasado. Era un coleccionista de cerámicas que organizó su museo en Medellín con una gran cantidad de piezas de cerámica… Párenme bolas: ¡falsificadas! Pero, ¿cómo pasó? Pues ‘dio papaya’ Julián Álzate, un taxidermista y guaquero, buen amigo de don Leocadio, que observó la ignorancia de los expertos en arqueología colombiana, montó un taller para producir cerámica ‘precolombina’ inspirada en muestras auténticas, pero agregándole con gran sutileza y elementos antropozoomorfos… A Don Leocadio lo ‘tumbaron’.
Ahora sí, hablemos de algo más serio y actual, sin dejar de lado la malicia indígena
En verdad, creo que la malicia indígena se ha convertido en un pretexto para desarrollar malas personas.
Estafa de los falsos préstamos: en este caso, los estafadores se hacen pasar por funcionarios de entidades financieras para ofrecer préstamos a personas que tiene problemas económicos. Se acercan a las personas para ofrecerles préstamos falsos. Los estafadores se quedan con el dinero… Es decir, si usted da papaya, lo tumban.
Estafa de las pirámides financieras: en este caso, los estafadores prometen grandes rendimientos a los inversores, pero en realidad el dinero de los nuevos inversores se utiliza para pagar a los inversores antiguos. Estas estafas suelen colapsar cuando no hay suficientes nuevos inversores para mantener el esquema, como el caso de David Murcia Guzmán, jefe de la empresa DMG (Dinero Mágico de Guzmán), quien fue condenado por operar un esquema piramidal que prometía altos rendimientos financieros.
Estafa de las criptomonedas: este año, la Fiscalía capturó a seis personas que crearon criptomonedas falsas o vendieron criptomonedas reales a precios inflados. Las personas que han caído en esta estafa han perdido su dinero. Los ‘tumbaron’.
Estafa del phishing: en este caso, los estafadores envían mensajes de texto, correos electrónicos o llamadas que parecen ser de entidades legítimas -como bancos o empresas de servicios públicos y hasta de la Policía-. Suelen pedir a ‘sus víctimas’ que proporcionen información personal o financiera, que luego es utilizada por los estafadores para robarles su identidad o su dinero. También hay quienes pregonan en las llamadas que un familiar había capturado y que la ‘víctima’ debía entregar dinero para poderlo liberar.
Estafa de las loterías: en este caso, los estafadores se hacen pasar por funcionarios de loterías para informar a las personas que han ganado un gran premio. Llaman a las personas para ‘tumbarlas’, estas -muy crédulas- envían su información personal o financiera a los estafadores, que luego la utilizan para robar su dinero.
Catfishing: una práctica que consiste en engañar a la gente por internet haciéndose pasar por quien no es con el objetivo de estafar o abusar de una víctima en concreto, y acá hay un ejemplo curioso y triste. Manti Te'o se conoce como la farsa de la novia muerta. En 2012, Manti Te'o, un jugador de fútbol americano universitario afirmó que su novia, Lennay Kekua, había fallecido de leucemia. Sin embargo, más tarde se descubrió que Lennay Kekua nunca existió y que todo había sido una invención, Manti tuvo una relación por internet con su supuesta novia durante un año… Mijo, lo ‘tumbaron’… El documental con esta historia está en internet.
Pero la malicia indígena no solo se manifiesta en esos casos… Creo que se ha convertido en un escudo para que las personas sean malas personas. Escudarnos en hacer lo que se nos dé la gana, pero, hablemos del título de esta columna, ¿cuánto daño nos ha hecho la malicia indígena?
En verdad, creo que la malicia indígena se ha convertido en un pretexto para desarrollar malas personas. Es decir, pasar por encima de todo el mundo, crear un mal clima laboral, pisoteando a quien se pueda estafar: al señor de la tienda, al taxista, al conductor de aplicaciones… Así mismo, cuando el conductor da más vueltas en el carro para cobrar más. Desafortunadamente, la malicia indígena ha hecho que seamos expertos en estafar, traficar, falsificar y robar.
Párenme bolas en estos ejemplos
En 2011, la policía de Colombia capturó una paloma mensajera que estaba siendo usada para introducir cocaína y marihuana en una cárcel.
En 2012, conocido como el ‘patillazo’, en Barranquilla se robaron $59 millones de un cajero automático. Los delincuentes utilizaron las cáscaras de la fruta para deslizar el cajero, tras haberlo separado de su base. Se lo llevaron en un camión.
En 2019, la Policía confiscó 1.5 toneladas de cocaína que estaban escondidas en un cargamento de latas de atún.
En 2020, la Policía incautó 1.2 toneladas de cocaína que estaba escondida en un cargamento de flores.
En 2021, la Policía confiscó una tonelada de cocaína que estaba escondida en un cargamento de carbón.
En 2022, dos mujeres fueron interceptadas en Cali y Medellín cuando se disponían a viajar a España. Llevaban cerca de dos kilos de cocaína mimetizadas en sus cabelleras falsas.
Tanta ‘inteligencia’ que tenemos ocupada para el mal, creando nuevas formas de robar o estafar. Le dedicamos más tiempo a pensar en cómo usar la ‘malicia indígena’ que en cómo mejorar.
Si articuláramos esfuerzos en ser mejores personas, hoy Colombia seria potencia mundial.
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