* ¿Dónde está la calidad humana de quien pretende liderar los destinos de un país?
La ética de la que tantos hacen gala, pero muy pocos, realmente pocos, ponen en práctica, brilla por su ausencia en el panorama nacional a propósito de las jornadas electorales que se avecinan en Colombia. Son muchas las actividades que se están viendo en el acontecer nacional encaminadas a obtener el tan preciado voto que se disputan los políticos por estos días y en ellas se puede observar un amplio panorama de estrategias y comportamientos bastante alejados del proceder transparente, honorable y recto con que deberían desarrollarse dichas contiendas.
Aparecen los ofrecimientos, las promesas, las reuniones, las calumnias, las falsas noticias, los ataques a la integridad y hasta las estrategias como la de perseguir a quienes por ganarse unos pesos se exponen a realizar una labor que no ha sido regulada, pero de la cual todos nos hemos beneficiado. ¿Dónde está la calidad humana de quien pretende liderar los destinos de un país, si para lograrlo debe recurrir a dichos procedimientos argumentando que cumplen con un 'deber'? ¿Qué se puede esperar de aquel que se aprovecha de la necesidad ajena para cambiar una decisión trascendental para la vida de las personas por un almuerzo, una bebida o una gorra? Ni que decir de quienes inscriben documentos de identidad de personas fallecidas.
¿Serán necesarios grandes estudios o complicados análisis para comprender que tanto, quienes ponen a funcionar estas prácticas, como aquellos que sucumben ante sus ofrecimientos y se dejan comprar o afectar por ellas, están atentando contra su país, la sociedad y las familias que lo componen?
La sensibilidad frente a las necesidades primarias o básicas de los demás es indispensable para construir una sociedad equitativa.
La constante división no permite la objetividad, ni siquiera plantea puntos de encuentro para trabajar o decidir pensando en el desarrollo o bien de esta patria tan azotada por la violencia y la corrupción que han dejado millones de víctimas y requiere de la participación de todos para avanzar en la construcción de un estado incluyente donde se respeten los derechos de las personas y la conservación de los recursos que garanticen el bienestar del país.
Todos tenemos derecho a opinar y decidir, sin embargo, en la forma de hacerlo está la diferencia, la consciencia de tan importante decisión implica no solo conocer y analizar las diferentes posturas, sino dilucidar las intenciones de aquellos que practican estrategias poco éticas y, de ser posible, propiciar y ejercer el control que la actividad requiere para evitar fraudes, trampas y engaños.
La sensibilidad frente a las necesidades primarias o básicas de los demás es indispensable para construir una sociedad equitativa conformada por seres humanos no indiferentes con el sentir de quienes tienen al lado, más que al deseo incontrolable de acaparar y apropiarse de lo que a todos pertenece y que los lleva a manipular y a hacer cuanta barbaridad sea necesaria para escalar y alcanzar sus intereses particulares. Encontrar la diferencia y preferir la opción más conveniente, según el criterio de cada uno, sin caer en las jugadas sucias y tendenciosas de las jornadas electorales será la formula del gana-gana que todos necesitamos.
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