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EL MIEDO

El misterio de la vida radica en la semántica de las cosas.

Ciertos intereses nos regalan miedo y una expectativa de catástrofe cuando perciben algún intento nuestro de salirse de sus cauces.


Y acuden casi siempre al terror al comunismo. De no haberse presentado el comunismo, se hubiesen aferrado a cualquier cosa.

Después de la Primera guerra mundial toma fuerza en Latinoamérica el terror a la llegada de la revolución comunista. Clero, 'nobles' y ricos toman precauciones. Pero no es con resolución de conflictos ni con espíritu de justicia que reaccionan a las tesis de Marx. Se dedican a exacerbar los odios. Argumentando el anticomunismo, en Latinoamérica se pusieron en marcha proyectos y mecanismos represores criminales.


Y es que el desarrollo de esa idea, la del comunismo, comenzó muy mal. Contaminada por el totalitarismo criminal de Stalin que adultera las tesis originales y lo desdibuja. Se reinterpretó a conveniencia de dictaduras sangrientas, proporcionando a los dueños de Latinoamérica la justificación perfecta para consolidar su poder y enriquecimiento y mantener aquí un modelo económico que es puro feudalismo.

 

El anticomunismo a ultranza es un excelente pretexto para mantener en nuestra región un estado de privilegios y destruir a sangre y fuego cualquier posibilidad de alternativa socioeconómica que permita trazar caminos a mundos diferentes.

El anticomunismo a ultranza es un excelente pretexto para mantener en nuestra región un estado de privilegios.

Se iluminó la evolución en el judío Karl Marx con la noción de socialismo y comunismo, otra dimensión social.

Dedujo que el capitalismo es una etapa hacia el socialismo. Diseñó un método teórico para ser desarrollado por gente honesta no por bandidos.


La gracia de Marx no consiste en haber planteado el comunismo, la clave de Marx es que evidenció el inmenso poder del factor Comunidad, del valor de compartir. Es la ideología que energizó y potenció la rebeldía.


En otro imperio, el de Roma, hace más de 2.000 años también un judío intentó cambiar el pensamiento en oriente medio. Con su insólita elocuencia de amor y perdón, Jesús de Nazareth encantaba, intimidaba e irritaba a fariseos y romanos. Lo asesinan en el Golgotha por agitador con sus ideas. Sus profundas enseñanzas fueron estancadas, atrapadas en palabras, en liturgias y sermones.


Jesús sostenía que era posible un mundo celestial. La esencia de la tesis de Marx es igual: la posibilidad de un mundo terrenal justo.

 

Intentó explicarlo en su momento con el sentido común de la academia en términos sociales y matemáticamente en términos de economía. En esa concepción de unión comunal luminosa no caben reyes ni marqueses, ni las imposiciones del poder y la riqueza. Es el futuro.


A la lenta velocidad de la evolución, será tendencia siempre la justicia, estamos muy lejos pero la humanidad del siglo XXIV nos acerca mucho más que la del siglo XII.


Quedan rezagos, frenos atávicos, intentos del egoísmo antropoide que fuimos, de detener el tiempo de la historia y mantener los privilegios. Grandes monos blandiendo la violencia nos imponen miedo y que solo bajo sus condiciones sea posible la existencia.

 

 

 

 

  

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