top of page

ME RAPÉ LA CABEZA

* Quiero con este escrito llamar la atención de los estereotipos que, a través de nosotros mismos, vamos hegemonizando.

Hace unos días realicé un cambio en mi corte de cabello, tal como lo he hecho en varias ocasiones. ¡Radical! Mi cabello estaba rubio, llegaba hasta los hombros y había comenzado a formar las ondas que se hacen cuando ha crecido hasta cierto punto. Muy femenino, dicen por ahí.


Fui a realizarme el corte en una barbería. Al entrar al sitio, lo primero que escuché fue: en este establecimiento no realizamos cortes para mujeres, esto no es un salón de belleza. En ese momento decidí mirar a mi alrededor, con una sonrisa de esas que me salen de oreja a oreja cuando me retan. Allí sólo había hombres, cuatro barberos, jóvenes, masculinos, muy guapos por demás, que se miraban entre ellos con miradas atónitas y cara de: esta mujer está loca. Los clientes no dejaban de verme como bicho raro, lo que me convenció que estaba en el lugar adecuado.


No sean cobardes, el cabello es mío. Quiero que me pasen la máquina en la dos, término que se usa para expresar el grosor de la cabeza de la máquina y que tiene el ringlete para el largo del cabello. Al transcurrir minutos -que se hicieron largos, por el silencio profundo y las miradas entre los hombres- por fin alguien dijo: “pues, si la señora está segura, atiéndala”. Me dejaron la parte de adelante más larga, creo que el barbero pensó que debía dejar algo ‘femenino’, a lo que le pedí que lo emparejara todo. Me encantó mi corte, salí empoderada. Bella, ¡muy yo!


No he podido entender, por qué los demás creen tener el derecho de opinar sobre el cuerpo de las mujeres. Al verme, muchas personas han expresado sus opiniones, sin habérselas pedido. O, ¿será que creen que su opinión cambiará mi decisión? ¿Pensarán que tal vez el cabello crecerá por arte de magia, como Rapunzel? “¿Por qué te cortaste el cabello? ¿Tendrá cáncer? A mí no me gusta, pues no me parece”, comentarios de este talante he recibido, sin entender que ha sido mi decisión. A mi me gusta y con eso es suficiente. Lo que les parezca, me tiene sin cuidado.

Mi postura es: ¡porque me dio la gana! Es la máxima premisa del libre albedrío.

Pero hay dos reacciones que me han llamado la atención y quiero compartirlas con ustedes, dejando en claro que a ambos hombres los quiero y los respeto enormemente.


El primero, de alguien que quiero, admiro y respeto montones. Él se autodenomina, feminista, social-demócrata y liberal, además de libertario. “¿Esa fotografía es reciente? ¿Te hiciste ese cambio tan radical? ¡Guauuuuu! Te queda bien. Pero, ¿por qué ese cambio tan radical? El corte de pelo en las mujeres, generalmente denota algo más que lo simplemente estético”.

Me puse a pensar el por qué las mujeres, todas, debemos pensar y actuar de la misma manera por tener el mismo género. No es viable que tomemos decisiones de manera autónoma, sin tener algo más allá, sin vincular sentimientos, o de tener algo oculto en las determinaciones sobre nuestro cuerpo. Mi postura es: ¡porque me dio la gana! Es la máxima premisa del libre albedrío. No tomamos decisiones sentimentales, con el corazón, y podemos ser perfectamente racionales, aún más que los hombres, ya que lo ponemos en términos de género (aunque no creo que sea por eso, más bien por la personalidad de cada quien).


El segundo, que no es nada comparable con el primero: “¿Por qué se cortó el pelo? Parece un macho”. De verdad, ¿la feminidad está relacionada con el cabello? Estamos aún en una sociedad con estereotipos tan marcados: las mujeres tienen el cabello largo, los hombres su cabello corto; las mujeres usan falda y los hombres pantalón. Las mujeres nos comportamos de cierta manera y los hombres son machos, machotes. Las mujeres debemos atender la casa, los hijos y el marido; los hombres en la calle, haciendo lo que les plazca.


Quiero con este escrito llamar la atención de los estereotipos que, a través de nosotros mismos, vamos hegemonizando.


Les cuento que me siento feliz, bella, empoderada con mis cambios. Lo hago por mí, no por los demás. Las mujeres podemos hacer con nuestro cuerpo lo que nos de la gana, y las determinaciones sobre el mismo no están sujetas a aceptaciones machistas o sociales, y no están marcadas con temas sentimentales. Si entendemos y aceptamos esto, respetaremos las decisiones ajenas (así no nos gusten), traspasaremos esos valores a nuestros hijos y tendremos una mejor sociedad.

Comments


bottom of page