* La cantidad de funciones que atiende la Policía desborda sus capacidades estratégicas y operativa.
Siento escalofrío cada vez que escucho a un funcionario nacional, departamental o municipal anunciando, aparentemente feliz por haber conseguido el apoyo requerido, que la seguridad del ente administrativo a su cargo será reforzada coyunturalmente con la presencia de ‘X número’ de efectivos policiales. Tales refuerzos han buscado la contención de las covid-novenas, covid-fiestas, covid-reuniones o de las protestas ciudadanas. Pero, pareciera que los efectivos son captados en algún estupendo centro proveedor especializado en mantener la disponibilidad de personal. Como si fuesen suplentes de equipos imaginarios.
Pero, no. Lo cierto es que la tarea de trasladar ‘efectivos’ de un sitio a otro se realiza en detrimento de la seguridad del lugar donde están legalmente acantonados. Seguramente a las alcaldesas o alcaldes afectados no les avisan que por unos días o semanas tendrán menos disponibilidad de policías. Por ejemplo, para enfrentar los disturbios registrados en septiembre del año pasado en Bogotá DC, el Ministro de Defensa anunció que reforzaban la seguridad de la capital con 750 policías locales y 850 procedentes de otras regiones del país.
A inicios de febrero de este año, el Gobierno Nacional anunció el desplazamiento de 120 policías a Buenaventura para que apoyaran la lucha contra las bandas criminales que delinquen en esa zona del Pacífico.
Y, para “hacer cumplir el toque de queda” decretado en Barranquilla con ocasión de los “No carnavales”, la Policía Metropolitana fue reforzada con la presencia de 400 efectivos trasladados -según información oficial- desde el interior del país.
No es la finalidad de esta nota, pero dejo algunas preguntas… ¿Cuánto cuesta el traslado (ida y vuelta) y el sostenimiento del personal en los sitios temporales de servicio? ¿Tienen en cuenta el impacto que causa en los hombres y mujeres policiales los traslados a regiones cuyas características socio-culturales desconocen? ¿Es lo mismo prestar servicio en Tunja que en Buenaventura? ¿En Facatativá que en Barranquilla? ¿En Cali que en Leticia? o ¿En Medellín que en Mompox, Bolívar?
El real problema que a diario enfrenta la Policía no es del número de efectivos (que es inferior al que demandan las necesidades de convivencia y seguridad ciudadana) para el cumplimiento de la misión establecida en el artículo 218[1] de la Constitución Política, sino la multiplicidad de funciones que la institución debe desarrollar cotidianamente.
La Policía Nacional[2] cuenta en su nómina con 159.247 personas, de las cuales 155.110 son uniformadas (139.761 hombres y 15.349 mujeres) y 4.137 son civiles no uniformados (1.164 hombres y 2.973 mujeres).
De los uniformados, 7.426 son oficiales (entre ellos dos de grado general, 11 de grado mayor general y 22 de grado brigadier general), 131.027 son oficiales de nivel ejecutivo (entre ellos 100.334 patrulleros y 10 carabineros); 93 suboficiales (92 de grado sargento mayor y un sargento primero. No hay ni un cabo); y 314 agentes (309 hombres y cinco mujeres).
Realmente ¿con cuántos efectivos policiales puede contarse cada día en cada centro urbano o rural para cumplir tareas netamente de seguridad ciudadana?
Con este personal, la Policía debe atender las necesidades de 34 Comandos departamentales, 17 Comandos metropolitanos, 19 unidades y grupos especializados (Ambiental y Ecológica, Antidisturbios -Esmad-, Antiexplosivos, Antinarcóticos -Comandos Jungla-, Antiterrorismo, Búsqueda y Rescate, C-SAR, Carabineros, Escuadrones Móviles de Carabineros, Fiscal y Aduanera, Guía Canino, Infancia y Adolescencia, Inteligencia, Policía Judicial, Portuaria y Aeroportuaria, Protección a Dignatarios e Instalaciones, Tránsito y Transporte, Turismo, y la unidad de Intervención Policial y de Antiterrorismo); nueve direcciones operativas (de Antinarcóticos, de Antisecuestro y Antiextorsión, de Carabineros y Seguridad Rural, de Inteligencia Policial, de Investigación Criminal e Interpol, de Protección y Servicios Especiales, de Seguridad Ciudadana, de Dirección de Tránsito y Transportes y de Gestión de Policía Fiscal y Aduanera), cinco direcciones de ámbito administrativo (Administrativa y Financiera, de Bienestar Social, de Incorporación, de Sanidad y de Talento Humano), una Dirección Nacional de Escuelas y cuatro oficinas asesoras (de Comunicaciones Estratégicas, de Planeación, de Telemática y Secretaría General).
Además, la Policía cuenta con una Unidad Policial para la Edificación de la Paz, una oficina de Control Interno, una oficina de Relaciones y Cooperación Internacional Policial, la Aviación Policial (dividida en cinco compañías Antinarcóticos de Aviación ubicadas en Santa Marta, Tuluá, Mariquita, Guaymaral y Bogotá); un Centro Internacional de Estudios Estratégicos contra el Narcotráfico, una Oficina Departamentos y Municipios Seguros, la Inspección General (encargada de velar por la disciplina, respeto de Derechos Humanos y coordinación con Justicia Penal Militar y conciliaciones, entre otros asuntos), un Observatorio del Delito (que por cierto no mantiene actualizada la información), una Sociedad de investigación criminal de América y Ameripol Colombia.
La Dirección de Escuela, por supuesto, merece nota aparte, pues de la misma dependen escuelas de formación, de actualización de mandos y de especialización. Son tres las escuelas de formación y actualización de mandos (de Cadetes General Santander, de Postgrados y de Suboficiales); 13 son las escuelas de formación de patrulleros (Nacional de Carabineros, de Carabineros Alejandro Gutiérrez, de Carabineros Eduardo Cuevas, de Carabineros Provincia de Vélez, de Carabineros Rafael Núñez, Antonio Nariño, Carlos Eugenio Restrepo, Gabriel González, Metropolitana de Bogotá, Provincia de Sumapaz, Rafael Reyes, Simón Bolívar, y de Yuto; y 11 son las escuelas de especialización policial (Antisecuestro y Antiextorsión, de Equitación, de Aviación, de Guías y Adiestramiento Canino, de Inteligencia y Contrainteligencia, de Investigación Criminal, de Protección y Seguridad, de Seguridad Vial, de Tecnologías de la Información y las Comunicaciones, Internacional del Uso de la Fuerza Policial para la Paz, y Regional de la Comunidad Americana de Inteligencia Antidrogas).
Aun cuando todas las instituciones oficiales armadas cuentan con sus departamentos o secciones de inteligencia y contrainteligencia, no hay que olvidar que la Policía Nacional asumió las funciones del desaparecido Departamento Administrativo de Seguridad (DAS). Más responsabilidades con el mismo o menos personal disponible.
Ah… y no olvidemos que cada año algunos de nuestros policiales son destinados al exterior a cumplir funciones de delegados (no cuestiono esto. Hay que aprender de otras experiencias), mientras otros cumplen funciones administrativas en entes nacionales, ya sea de la Presidencia de la República o de algún ministerio.
Para redondear la idea, se supone que los efectivos policiales tienen derecho a cumplir jornadas laborales de ocho horas, a descansar cada semana, a disfrutar vacaciones o permisos, a enfermarse. También pueden ser sancionados y separados de funciones. Entonces, realmente ¿con cuántos efectivos policiales puede contarse cada día en cada centro urbano o rural para cumplir tareas netamente de seguridad ciudadana?
Con el supuesto objetivo de enfrentar la crisis de inseguridad que afecta a varias regiones del país, el ministro de Defensa Nacional, Diego Molano Aponte, anuncia que “33.000 policías fortalecerán la seguridad ciudadana en Colombia”. Explica que durante este año y durante 2022 incrementarán 25 por ciento de policías en la calle, que 5.000 (a graduarse en este año, entre oficiales y patrulleros) ingresarán a la lucha frontal contra la delincuencia, que 7.000 oficiales y suboficiales administrativos serán destinados a cumplir labores de seguridad ciudadana, y que se contará con 15.000 nuevos auxiliares.
1.500 pasarán a fortalecer el pie de fuerza en Bogotá. Ahhh… pero, el director General de la Policía, mayor general Jorge Luís Vargas Valencia, especifica que serán “destinados a labores de investigación criminal” y aclara que “dentro de un plan especial de becas, de manera articulada con los alcaldes de ciudades capitales, se trabajará en el financiamiento de los costos de la formación de la Policía en las escuelas de la institución”.
El mayor general Vargas Valencia afirma que durante 2021 “prevemos la incorporación de 10.500 uniformados y en 2022 ingresarán otros 10.500”. Confirma que 7.000 efectivos que cumplen labores administrativas pasarán a la vigilancia. Estos, por lógica, requerirán reentrenamiento y capacitación.
Por mucho esfuerzo que desde el Ministerio de Defensa Nacional realicen para aumentar el pie de fuerza, sin que paralelamente se adelante una reestructuración de fondo, la seguridad continuará al vaivén de las contingencias. Lo cierto es que los efectivos de la Policía Nacional destinados a garantizar la seguridad de la ciudadanía serán insuficientes. Y no porque sean pocos, sino porque la Policía ha asumido múltiples funciones que, como la de Tránsito y Transporte, no aportan a mejorar la convivencia y seguridad ciudadana, ni a prevenir la comisión de delitos y contravenciones.
¿Por qué no realizar una transformación de la Policía que facilite la profesionalización de sus cuadros? ¿Se puede lograr, por ejemplo, que la Policía de Turismo y la de Tránsito y Transporte estén a cargo de los Departamentos, o que la Policía Infancia y Adolescencia o la Ambiental estén a cargo de los distritos y municipios? Y que estas dejen de ser denominadas Policía...
Por ello, no recurrimos a aplicar la fórmula para obtener la tasa de efectivos policial por cada cien mil habitantes. Porque el resultado no revelaría la verdad. Así, sacando cuentas a la ligera, 155.110 uniformados darían 51.703 efectivos (incluyendo a todos) por cada jornada de ocho horas. Repito, eso sin deducir a quienes estén excusados del servicio por enfermedad o accidente, disfruten vacaciones o permisos, o hayan sido separados de sus cargos cuando son investigados disciplinaria o penalmente. O, simplemente, estén descansando después de seis días de labores.
Ahora, imaginen a esos 51.703 distribuidos en todas las organizaciones con que cuenta la Policía…
Así que, no. No hay Policía para desarrollar tantas tareas, para cumplir tantas funciones, para tanto municipio… No hay Policía para tanta gente… Se espera que la Policía, como cuerpo armado de naturaleza civil, sea un aliado respetuoso de los derechos individuales, y contribuya a mantener las condiciones necesarias para el ejercicio de las libertades públicas, asegurando que los habitantes de Colombia puedan convivir en paz.
P.D.: No se les olvide a los gobiernos nacional, departamentales, distritales o municipales que sin esfuerzos de inversión social no podrán garantizar la seguridad y la convivencia ciudadana. Se requiere de acciones integrales en las que confluyan diversos sectores de la administración pública, al tiempo que se convoca y apoya al sector privado para facilitar la generación de oportunidades laborales.
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[1] Artículo 218: “La Policía Nacional es un cuerpo armado permanente de naturaleza civil, a cargo de la Nación, cuyo fin primordial es el mantenimiento de las condiciones necesarias para el ejercicio de los derechos y libertades públicas, y para asegurar que los habitantes de Colombia convivan en paz”.
[2] Información suministrada por el Centro de Observación Prospectivo del Direccionamiento del Talento Humano. Fecha: 05/08/2020. Fuente: www.policia.gov.co/talento-humano/estadistica-personal/cifras
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