* La decadencia del periodismo se nota cada día.
Fueron muchos los factores por los que decidí escribir sobre este tema. Yo sé que algunos podrían sentirse aludidos, mientras otros -tal vez- se rasguen las vestiduras. Por ello cito una frase del periodista y escritor Javier Darío Restrepo: “En cuanto el periodismo se ejerce como un poder, pierde su esencia y se convierte en otro más de los poderes que se disputan el control de la sociedad mediante el uso de la fuerza, del dinero o de las argucias de los políticos”. Esa situación la vemos desde hace rato, e inspira tristeza porque hemos olvidado lo aprendido de nuestros profesores en la universidad: la Ética está ajustada a los valores del compromiso con la verdad, autonomía y responsabilidad social. Esas son las características elementales del buen periodismo.
La ética simboliza los valores y los objetivos de cualquier profesión, y en el ejercicio del periodismo es más exigente su práctica. Hoy estamos viviendo momentos cruciales en el país, viendo cómo algunos periodistas ‘toman partido’, perdiendo la objetividad periodística, creyéndonos dueños de la verdad absoluta. Incluso, no faltan quienes propagan informaciones surgidas de ‘bodegas’ expertas en propagar fake news en chats periodísticos, irrespetando a los demás periodistas que integran tales grupos.
La decadencia del periodismo se nota cada día. Esa crisis no sólo se ve en Colombia. Realmente se podría decir que es mundial. A diario publican memes en los que le hacen fuerte crítica a los periodistas en nuestro país. Pero no voy a profundizar sobre lo que ocurre en Colombia, ya que me centraré en mi amado departamento del Atlántico. Respecto de este tema consulté al comunicador, escritor e investigador Harold Ballesteros,[1] quien realiza una radiografía del periodismo del Atlántico criticado durante los últimos días por la prensa capitalina.
Ballesteros afirma que no existe la ética periodística, y la califica de ‘embeleco’. Afirma que debe ejercerse el periodismo ético. La Ética se define como una constante general de la moral y la justica, que dan como resultados la Ética. Debe practicarse el periodismo ético, a partir de lo expuesto por Sócrates: una práctica para la felicidad. La felicidad producida por la ética tiene unos elementos coyunturales, es decir, no se trata solo de ser felices en lo general, sino también en lo particular. Para los sofistas, ello implica un saber o una opinión. Sócrates decía que la ética es un contrato social para el bien de los asociados a la polis -las ciudades-. Hay una anécdota que enseñaban los sofistas: Zeus se asomaba a mirar a los ciudadanos de la polis. Un día observó que se estaban matando entre ellos y poniéndose trampas, pero ninguno estaba luchando por el bien común. Zeus envió a Hermes -el Dios que representa a los comunicadores- ordenándole: entrégale Moral y Justicia a los ciudadanos de la polis. Hermes le pregunta: ¿a quién le entrego moral y justicia? Zeus le contesta que a todos por igual, e instruye que quien no tenga ética será expulsado de la polis.
Tenemos que entender que vivimos en una sociedad capitalista. La sociedad que empezó ilusionando al ciudadano de ser la sociedad del futuro, una sociedad sostenida en la viva empresa donde existan los propietarios y los obreros que venden su fuerza de trabajo. Así nos hemos sostenido a lo largo de los años. En los 70 se incubó el principio neoliberal sin olvidar el pasado. Los jóvenes milenials piensan que todo comenzó con ellos, desconociendo el pasado. Han entrado a un imaginario mundo que quiere las cosas ahora, pero no hay espera porque el futuro se construye con las experiencias del pasado y del presente, pero están basados en la rentabilidad y no en la responsabilidad. Se evidencia la ausencia de la ética, imponiéndose la concepción de la ética individualista.
En el caso de los periodistas y comunicadores sociales que han pateado a la ética como concepción filosófica, haciendo de la práctica periodística una caricaturización de la ética. Es decir, el periodista flexibilizado y acromatizado con el criterio de facilitar el desarrollo de quien le lo contrata y paga. Pero, ojo, el día que el político o la institución dejen de darle el contrato o la pauta publicitaria, él -en su flexibilidad- cambiará de bando, en busca de quien le garantice llenar sus bolsillos bajo el principio de que quien manda tiene el poder. Sin duda se trata de una ética maleable. Así es la forma de actuar los periodistas y comunicadores en el mundo contemporáneo, fundamentalmente en nuestro país y, especialmente, en Barranquilla.
Antes de difundir una información es esencial verificar la autenticad del mensaje. Seamos cuidadosos con lo informado por ‘bodegueros’.
¿Por qué no ha habido una manifestación de los que luchan por la libertad de prensa? ¿Por qué no habido apoyo al periodista Julián Paul Assange -que puso en jaque al primer mundo denunciando las patrañas para hacer una guerra?
Según Ballesteros, en Barranquilla se ha producido una situación perversa: las secretarias de Comunicaciones se han convertido en bolsas de publicidad para mantener la imagen de las administraciones. Es decir, el periodista tiene que callar ante las injusticias, ante las malas inversiones. Todavía no se ha visto un solo medio que haya pronunciado porque el Concejo aprobó una inversión un billón para sembrar árboles en la ciudad, a pesar de que hacen falta centros de salud en el suroriente. En barrios como Pilar del Rio, sus moradores deben pagar más 30 o 50 mil pesos para poder sacar a sus enfermos ante la carencia de ambulancias. Reconozco que ha habido alguna manifestación de los comunicadores respecto de las necesidades de esos barrios, pero otros están convencidos y embrujados por el malecón. Pocas voces se refieren a las canalizaciones o a las inundaciones causadas por las mal proyectadas obras.
El objetivo fundamental de esta columna es invitar a la reflexión de cómo estamos y de qué forma ejercemos esta linda profesión. Dejemos de creernos los dueños absolutos de la verdad. Dejemos los enfrentamientos y juzgamientos. Pareciera que se ha perdido la objetividad desde el mismo momento en que dejaron de existir las fuentes y los periodistas se limitaron a recibir los boletines que generan las oficinas de prensa y publicarlos si mayores modificaciones o ampliaciones. Muchas veces es el mismo periodista el que toma partido a tal punto que se integra a los comités de aplauso de las instituciones.
Respetuosamente sugiero a nuestros colegas que no señalemos, ni califiquemos, ni marquemos a nuestros colegas por sus ideologías políticas. Seamos profesionales, cuidadosos. Antes de difundir una información es esencial verificar la autenticad del mensaje. Seamos cuidadosos con lo informado por ‘bodegueros’. No reenviemos una nota sin haber verificado su autenticidad. Respetemos a los colegas. Y no olvidemos que fuimos formados para educar, comunicar, informar e investigar.
_______________ [1] Harold Ballesteros. Doctorado en Ciencias Humanas con énfasis en Semiótica, Estética y Cultura en la Universidad de Zulia, Venezuela; Magíster en Comunicación con mención en nuevas Tecnologías de la Información y Comunicación de la misma universidad. Especialista en Pedagogía de Literatura Infantil y la Creatividad, Universidad Antonio Nariño.
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