En Colombia, el 80% de las víctimas de trata son mujeres y niñas, con finalidad de explotación sexual.
Bogotá DC | En ‘Bogotá, mi Ciudad, mi Casa’ está comprometida en la lucha con la trata de personas y desde la Secretaría de la Mujer (SDMujer) se reconoce la importancia de analizar este delito desde los enfoques de género, diferencial y de derechos de las mujeres, contribuyendo a brindar una atención humanizada y restauradora, además de generar acciones de prevención, que partan desde el conocimiento del delito de la Trata de Personas, las formas en las que se presenta, los escenarios de riesgo y las rutas existentes en el Distrito para la atención de las víctimas.
La trata de personas desconoce la dignidad humana de las mujeres porque desborda y cuestiona los límites del ejercicio de poder y se interrelaciona con el riesgo al feminicidio. Así mismo, las víctimas experimentan graves impactos psicosociales que afectan todas las dimensiones de sus vidas: individuales, familiares, comunitarias y sociales.
La mayoría de veces cuando hablamos de este delito, solemos relacionarlo con la trata de personas para explotación sexual, sin embargo, existen otras manifestaciones de este fenómeno:
• La explotación sexual es el principal motivo de explotación en el que las víctimas son mujeres. A través de esta se vulneran los derechos sexuales y reproductivos, la autonomía, los deseos y decisiones sobre su sexualidad. Generalmente está acompañada de violencia física y psicológica.
• El trabajo forzado y la servidumbre hace referencia a trabajar bajo condiciones de violencia o intimidación. También trabajo sin un reconocimiento económico acorde a lo que determina la ley, o en condiciones precarias.
• Las uniones serviles y forzadas bajo subordinación emocional y económica hacia la pareja. Se explota, humilla y se reduce la humanidad como objetos-mercancías.
• La explotación a través de extracción de órganos, tejidos y fluidos del cuerpo, puede estar atravesada por escenarios de manipulación y engaño hacia las mujeres en el marco de la confianza, por condiciones socioeconómicas limitantes, o por desconocimiento de procesos ilegalmente realizados.
La mendicidad ajena, implica el aprovechamiento de las condiciones de vulnerabilidad de una persona, entre ellas desigualdad en razón al género, relaciones de poder o la discriminación frente al acceso limitado a fuentes de ingresos.
A través de la atención de estos casos se han podido identificar algunos factores de riesgo:
Pobreza y desigualdad
Limitada participación laboral
Problemas familiares
Discriminación por género
Alta feminización del fenómeno migratorio.
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