* El descargue y el cargue producen un surgimiento o un hundimiento del buque en el agua.
El soldado perdió la paciencia. Es primavera de marzo en el Mediterráneo, en Siracusa, Sicilia, 212 a. C., incumplió la orden expresa que Marco Claudio Marcelo había impartido a su jefe de escuadra. El soldado no conocía esa orden ni al anciano. Los romanos habían entrado en Siracusa terminando un sitio de tres años, en la segunda Guerra Púnica.
El culpable de esa demora de cuatro legiones y una flota completa era un hombre sabio, un genio que los mantuvo a raya con sus inventos, un griego: Arquímedes, físico, ingeniero, inventor, uno de los matemáticos más grandes de la historia.
El general Marcelo, comandante de las fuerzas de Roma, dio la orden de buscarlo y llevarlo sano y salvo a su presencia, pero el sabio de 75 años estaba concentrado, resolviendo un problema de geometría y hacía caso omiso del soldado que lo debía llevar, que con la espada le quitó la vida.
Arquímedes nos dejó una genialidad que resuelve asuntos esenciales del negocio marítimo.
Pensando en un enigma que le plantea Hierón II, tirano de Siracusa, al meterse en la bañera, detalla el aumento del nivel del agua y comprende que es un fenómeno que se puede expresar matemáticamente.
Lo que descubrió es lo que llamamos 'Principio de Arquímedes', que, aplicado en una embarcación establece que el desplazamiento, o peso del agua desalojada por el volumen sumergido, marca un empuje vertical hacia arriba generando una reacción hidrostática equivalente al peso de la embarcación. Por eso flota.
Arquímedes nos dejó una genialidad que resuelve asuntos esenciales del negocio marítimo.
El buque es el Doric Glory, el viaje, tres días desde Discovery Bay en el norte de Jamaica a Nueva Orleans. La carga, tierra pesada, bauxita, que sacan de una montaña junto al muelle. Cada vez arrancan 70 mil toneladas y las llevan a la capital de Luisiana. La bauxita es la materia prima para la producción de aluminio.
Con base en el descubrimiento de Arquímedes hace más de 2.200 años, los marinos encontraron un método exacto y práctico para determinar el peso del cargamento cuando son grandes cargas homogéneas que se descargan o se cargan a bordo de una embarcación.
El descargue y el cargue producen un surgimiento o un hundimiento del buque en el agua. El peso del agua, contenida en ese volumen virtual generado por la diferencia de calados, es la cantidad de carga que se movió, que es lo mismo que medir el desplazamiento al arribo y al zarpe y restar esas dos cifras. Se confronta el cálculo con el de un funcionario del puerto, si hay diferencia se realiza una conciliación técnica que permite encontrar el error, y al culpable.
Es una empresa asiática, el jefe de operaciones lo entrevista en Brooklyn, Nueva York. El chino vio que no sabía mucho de bauxita, pero entendía de Arquímedes. Se embarcó en Nueva Orleans.
Llegó al Mississippi en una madrugada de noviembre, en 2011. La nave, enorme, 225 metros de largo, 33 de ancho, siete bodegas inmensas. Bella.
Tres años estuvo en el Doric, trabajando con Arquímedes y sus leyes implacables. Un día los chinos de Nueva Orleans venden el barco a los chinos de Hong Kong.
Hasta allá fueron a entregar el buque, con un cargamento de bauxita. El regreso, en avión, primera escala en San Francisco. Los chinos pagaron el último mes a la tripulación en el aeropuerto de Hong Kong, en efectivo. En San Francisco, se acercó tranquilo a Inmigración, sabía que cargaba más dólares de lo permitido pero nunca revisaban los bolsillos.
Rodríguez, el oficial que lo recibe, le ordena a Daniel de mala manera que lo saque todo. Cuenta el dinero y le informa, estricto, que la cantidad viola la ley federal, queda retenido, pierde el vuelo… y el dinero.
Interviene White, el jefe. Escucha al colombiano. Ordena que le devuelvan documentos y dinero y que lo dejen salir al avión…
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