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UN VERANO EN NUEVA YORK

* En un ritual náutico ecuménico, el capitán y el piloto se identifican con un respeto cordial.

Un barco o barca es cualquier construcción cóncava y fusiforme, de madera, metal u otro material capaz de flotar en el agua, que se pueda propulsar y que se utiliza como medio de transporte. Barco, es un término genérico con el que nos podemos referir tanto a una ligera canoa como a un imponente portaviones. Una balsa formada con troncos unidos o ciertas estructuras dedicadas a la extracción de petróleo en altamar o zonas costeras, no se consideran embarcaciones, son artefactos flotantes. Aquellos barcos de tamaño y solidez adecuados para actividades de transporte marítimo de personas y/o de carga, reciben el nombre de buques.


La Flota Mercante disponía de un buque escuela, el 'Ciudad de Cúcuta', con camarotes adecuados y un aula de clases destinada para cadetes que en la mitad de su segundo año de estudios experimentaban la navegación de altura por primera vez en sus vidas.

Buque 'Ciudad de Cúcuta. | Foto: Andreas Hoppe / shipspotting.com

Era un clásico buque de carga: 166 metros de largo (eslora), 21 de ancho (manga), hasta 9 metros se hundía (puntal) y disponía de una ciudadela o habitáculo de varios pisos o cubiertas para 45 tripulantes, con seis bodegas que podían cargar en total cerca de 6.000 toneladas, cifras que palidecen hoy ante las grandes moles que con alrededor de diez veces esa carga y menos de la mitad de ese personal, cruzan los océanos.


Es en julio de 1974, una madrugada estrellada de verano, La nave está recalando a la bahía de Nueva York. Es la época de oro de una gran empresa: 110 buques, entre propios y alquilados, sirviendo a 190 puertos en el planeta, más de 2.000 marinos y una cantidad importante de funcionarios en tierra en todo el mundo.


- Compadre, faltan 20, lo despertó Juan Camilo y se volvió para el puente.

Concentrarse fue lo más difícil de la prueba, lograr sustraer la mirada y la mente a la misteriosa magia de la urbe fascinante.

Daniel dormía en el segundo piso de una cama litera, en una cabina que compartía con cinco compañeros. Se levantó y se vistió procurando no hacer ruido, muy animado, había llegado el momento de su prueba de fuego. No sería su función de trabajo el manejo del timón, pero los oficiales debían ser expertos en todo lo que hacían sus subalternos. Los cadetes practicaban todos los días el ajetreo de los marineros.


Usualmente en mar abierto un sistema electrohidráulico automático controlaba el gobierno del timón, pero en un viaje de entrenamiento como este, los estudiantes gobernaban manualmente todo el tiempo.


Por fecha y hora de turno de guardia, por azar, le correspondió conducir el buque en la maniobra de entrada a Nueva York.


El puerto de Nueva York, en términos geográficos, se refiere a los ríos, bahías, estuarios y zonas de marea localizados cerca de la desembocadura del río Hudson en las proximidades de la ciudad de Nueva York. El 'Ciudad de Cúcuta' debía dirigirse a un muelle que la compañía tenía en Brooklyn, al frente de la isla de Manhattan, la maniobra exigía cuidado y precisión.

Recorrido hacia el muelle de Brooklyn.

En esos trayectos de ingreso y salida de los puertos se generan grandes riesgos por ser ámbitos de intenso tráfico marítimo y profundidades muy justas para las grandes embarcaciones. Se recurre a la experta asistencia de un piloto práctico, un marino local quien conoce en detalle las señales, los vericuetos y profundidades de la zona, indicando con sus órdenes los rumbos a seguir. El oficio de timonel en esta ocasión iba a ser desempeñado por Daniel quien en sus turnos de guardia durante más de cinco días venía practicando en altamar desde el zarpe de Cartagena.


Tomó el control del timón a las cuatro de un amanecer fabuloso. El piloto abordó por sotavento poco antes de las cinco en unas condiciones de tiempo excelentes, milla y media al oeste de Coney Island, trepando al buque desde un sofisticado bote por una escala que en el argot marinero se llama de gato.


En un ritual náutico ecuménico, el capitán y el piloto se identifican con un respeto cordial, y en un ambiente de absoluto silencio y concentración se escuchan instrucciones claras a un timonel, que eludiendo los obstáculos define el curso de la nave y a un oficial que opera los controles del motor mediante el telégrafo, un dispositivo que transmite a la sala de máquinas las indicaciones de velocidades de marcha deseadas, para conducir la embarcación con seguridad.


Luego de veinte minutos del paso bajo el puente Verrazzano, mientras el sol brotaba en todo su esplendor, aparecía la estatua de la libertad por la amura de babor y la isla de Manhattan a tres millas por la proa con la silueta gigante de sus imponentes rascacielos que se amontonaban. Se cruzó una bandada de aves. Concentrarse fue lo más difícil de la prueba, lograr sustraer la mirada y la mente a la misteriosa magia de la urbe fascinante.


No es una ciudad 'yankee', es una confluencia de muchas culturas, es un lugar de multitudes, pero también de ausencia y soledad…


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